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Una extraordinaria y entrañable novela que relata el paso de la niñez a la adolescencia, narrada desde el punto de vista de la propia protagonista, acercándonos al discurrir de la vida a su alrededor. Rosa Ribas, una escritora más conocida por escribir, sobre todo, novelas de género negro. Sin embargo, en esta obra, se aleja de ellas para dejarnos un entrañable retrato de la vida cotidiana en una pensión de un barrio de Barcelona, recurriendo a los detalles necesarios e imprescindibles para que surjan y se aviven los recuerdos. Y en la que, sin duda, ha trasladado sus recuerdos de infancia, ya que su abuelo tuvo una pensión llamada Pensión Leoncio, llamada así por su nombre, en la que se hospedaban los emigrantes que llegaban a Barcelona para trabajar en la Papelera Española, en la Seat… y sus padres tuvieron también un bar en El Prat de Llobregat. La novela, como queda reflejado en el título, nos lo recuerda, aunque como ha explicado la propia autora, no es una novela autobiográfica. Narrada por una niña de 12 años, creo que ese es el límite entre la infancia y la adolescencia y donde sus intereses van desde la lectura de tebeos, jugar con las muñecas recortables hasta su gran interés en conocer la historia oculta de su familia, así como también, cada una de las historias y la vida de los huéspedes que pueblan la pensión, ya que sus padres poseen una pensión modesta en el barrio de Poble Sec de Barcelona, durante una etapa muy dura del franquismo. Allí vive Lali con sus padres, los propietarios del negocio, sus tres hermanos y los diferentes personajes, por cierto, muy desarraigados, que alquilan la habitación en la ciudad a la que han llegado para mejorar . Esta niña se llama Eulalia, aunque la conoceremos como Lali, una niña muy despierta que percibe y encuentra un microcosmos desde el que indagar, mirar e interpretar lo que vive y, donde los silencios se cargan de múltiples significados. Y en su entusiasmo por saber más y averiguar, es donde reside la intriga. Nos situamos, concretamente, en el año 1965. En la novela, todos los miembros de la familia de la narradora, los huéspedes de la pensión, personajes desarraigados, que llegan a la ciudad para conquistar su futuro, sus amigos y compañeros de colegio y de juegos, además de los habituales del bar, que se ubica debajo de su casa, Comidas Luciano, todos ellos marcados por la Guerra Civil, irán desfilando y siendo retratados a través de los ojos de la niña. Nos abre las puertas a la vida, costumbres y todos los sucesos que ocurren a su alrededor de los que conforman ese su pequeño mundo. Pero también adquiere mucha relevancia todo lo que no se dice, hay secretos de familia que no se pueden contar, así como abuelos de los que nunca se habla y un pasado que quedó en otro lugar. ¿Quieres descubrirlos? La miseria moral, social y económica de los españoles, que vivieron en la España de aquellos años, no fue muy diferente a lo que vivieron los españoles en décadas anteriores, en una España dura, en una España atrasada, viviendo tan lejos de Europa. No obstante, a mediados de los años 60, veríamos como se iba produciendo el milagro por el que el negro se iría deslizando hacia el gris. Durante esta década, aparecía en el horizonte un letrero borroso pero prometedor que nos anunciaba, fuera cual fuera nuestra situación, que íbamos a mejorar. El turismo de aquellos años fue perfilando las letras borrosas de aquel horizonte y comprenderíamos que nosotros también, esforzándonos muchísimo, podríamos llegar a las fronteras de Europa y atravesarla. El turismo en aquellos años fue el símbolo más potente de progreso para los españoles. El turismo permitió que, poco a poco, fuéramos perdiendo aquellas bombillas que solo sabían dar luz amarillenta. El turismo antes que cualquier otra circunstancia, consiguió que los colores de las banderas ondeantes en Europa, apartaran de nuestras entrañas tanto negro y tanto gris. En la novela nos quedaremos abrazados a esos tonos entre negro y gris. Magnífica descripción de personajes y una buenísima ambientación , que junto con la excelencia de su escritura y su cuidado y preciso lenguaje, invita a una placentera lectura. Busca la autora encontrarse con los años sesenta al recordarlos, y hoy, yo, también recurro a ellos, y a lo que leí en aquellos años, TBO, Jaimito, Claro de Luna, Jabato o Capitán Trueno. Hoy a cada uno de aquellos personajes quiero que les acoja un gran abrazo. Recordar aquellos años de forma tan precisa y bien armada ha sido un regalo. De aquel olor a este perfume de hoy. |
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