James Rhodes es un Artista. Ya está en la Historia por su modo arrebatado e impecable de tocar, de ejercer de medium entre lo mejor de la Clásica y los meros mortales. Yo quiero pensar que también está en la Historia como Escritor, por su mayúsculo, tremendo, "In the cut", Instrumental; no sólo por el "Qué" (tan importantísimo e insoslayable) como por su "Cómo", por su manera pasional, entusiasta, rebosante de fuerza, de sangre (y sudor frío, y lágrimas de rabia), de contarnos su vida. Aquí en Fugas asistimos (casi en directo: parece a veces un "reality", o más bien un Lonely Planet en el que te olvidas de que hay un cámara grabando al mochilero; me pregunto muy mucho cómo fue el proceso de redacción de este libro), en una especie de diario estructurado por una subversión de máximas de autoayuda y piezas de concierto, al día a a día (torturado por "las voces", las férreas autoexigencias) del autor a lo largo de cinco meses de conciertos, grabaciones, sufrimiento y redención. Puede llegar a veces a parecer un poco caótico (¿ah sí? ¡Ja!) o acumulativo, en su arrolladora relación de insomnios y palpitaciones; no en vano el nombre original es Fire on All Sides ("Fuego por todas partes. Terremoto" como esa acotación del final de Don Giovanni. Yo creo sin embargo percibir, y al menos disfruto de, una cierta estructura de Sonata, o de Fantasía al menos, en la que los temas, los miedos, los dolores, las ansiedades y éxtasis se suceden de modo gradual, armónico incluso, en esta montaña rusa que es la Vida de un Genio. Máxima consideración aparte me merecen sus reflexiones sobre El Arte y La Vida, sobre lo que nos une a Todos los humanos, sobre "La ansiedad de sentirse vivo". ¡Bravo, Maestro! |