Cometierra

Se suele decir que un gran poder conlleva una gran responsabilidad, y supongo que es cierto. Cualquier puesto que implique toma de decisiones y afecte al flujo de un equipo, una habilidad especial a disposición de la comunidad... Como la de ‘Cometierra', que solo necesita, literalmente, comer tierra para tener visiones que le muestran lo que le ha pasado a las personas desaparecidas. Personas que, casi siempre, son mujeres.

Esta novela no es solo realismo mágico, no se basa en lo sobrenatural para ofrecer un relato fantasioso, no. Es una denuncia brutal de un sistema que normaliza tanto la violencia estructural contra las mujeres como el desamparo a los menos favorecidos.

La protagonista, que comienza siendo adolescente (aunque en menor medida, es también una novela de descubrimiento), vive con su hermano mayor después de que su tía los abandone. Por inmadurez, desgana, falta de referentes o una mezcla de todo (su situación socioeconómica tiene mucho que ver), tienen unos hábitos y rutinas no muy saludables que digamos.

Volviendo a la idea con la que comenzaba, lo que me llevo de esta historia es sin duda esa sensación agridulce de saber que tu poder tiene la capacidad de ayudar, pero aunque a veces todavía hay tiempo para que se pueda hacer justicia, lo más común es que se traduzca en malas noticias: constatar que ha sucedido lo peor y esa persona ya no volverá.

¿Imaginas tener esa capacidad pero que ejercerla te cause tanto dolor? ¿La doble sensación tan desagradable de ingerir la tierra y de las imágenes que esta te devuelve? ¿Hasta qué punto estarías dispuesto a sacrificar continuamente tu bienestar, y con qué derecho te podría recriminar alguien que no lo hagas, que necesites un respiro?

En resumen: una maravilla. Una vez más, las autoras latinoamericanas contemporáneas irrumpiendo con fuerza en el panorama literario, relatando la crudeza de sus realidades con gran belleza y carga política.