"Recuerdo estar en una discoteca y ver a amigos invitando a alcohol a chicas porque así sería más fácil llevarlas a la cama. Nadie allí nos planteábamos, o no lo suficiente como para actuar, que quebrar la conciencia y la capacidad de decisión para tener sexo hace imposible el consenso." Si no hay placer no es nuestra revolución, con esta premisa la autora nos lleva de la mano por diversos temas que debemos replantearnos y poner sobre la mesa, las construcciones patriarcales que nos condicionan, supeditan y relegan a ser objetos y no sujetos de nuestros propios cuerpos, consenso y deseo en lugar de consentimiento, discurso de terror sexual para seguir disciplinándonos... Toca varios temas en relación a la sexualidad y lo hace de manera ágil y concisa, se lee muy rápido. Muy recomendable |