Se atormenta una vecina

La virtud de lo directo
Cobos está pasando una mala racha, su último caso termino mal y eso lo alejó de su familia, por eso cuando le ponen a un novato, Ortega, para investigar un suicidio en un vecindario se pone a la defensiva. Sin embargo, al llegar allí, nada es lo que parece y los vecinos parecen tener mucho que ver en ello.
Y así, de manera directa y sin mil frases para maquillar lo que sucede y despistar, comienza la historia que David Reinoso nos presenta de manera magistral. Lo cierto es que siendo de género policíaco, podríamos pensar que la narración debe demorarse en los detalles y, sin embargo, nuestro autor nos demuestra que no es necesario.
Siendo una novela breve (un poco menos de 200 páginas) el autor consigue llevarnos por todo el proceso de investigación de manera detallada, con doble cuerpo incluido, y ahondar en la vida de su protagonista, el inspector Cobos, e incluso algunos de los personajes destacados.
A esto tenemos que añadir el elemento de los testigos, en este caso una comunidad de vecinos. Gracias a la intervención de estos personajes y la idiosincrasia que asociamos a lo vecinal tendremos todas las pistas y puntos de investigación incluidos en un solo escenario, lo que potencia aún más la condensación de la novela.
Vivir en comunidad
Comienza la investigación de este supuesto suicidio, cómo no, preguntando a los vecinos. A través de estos personajes conseguiremos ver cómo las rencillas más estúpidas (la compra de un piso) o las relaciones más turbias determinan la vida del edificio. A eso debemos añadir la intencionalidad de los vecinos que, como bien demuestra el autor, no siempre es inocente.
Con esta premisa, teniendo en cuenta que el gag del vecindario es algo que se ha usado en los últimos tiempos, podríamos pensar que es una novela de humor, donde realmente vamos a ver los líos entre vecinos, sin embargo, es mucho más. Sin negar el toque de humor que te recuerda a alguien que has conocido seguro, detrás de él encontramos problemáticas reales e incluso cercanas de los últimos años de nuestra sociedad: problemas de trabajo, sueños frustrados, problemas con las drogas y desgaste de relaciones, son unas cuantas de las cuestiones que podemos encontrar.
Una manera de hacer
Lo cierto es que el detective Cobos es quizá uno de los detectives más sólidos de lo que me he encontrado últimamente. No solo tiene ese toque canalla, sino que además tiene una intuición muy aguda y un compañero a la altura. Sin embargo, hay que reconocer que no se conseguiría dar la potencia a este protagonista en un espacio tan breve si el estilo de Reinoso no fuera el que es.
La prosa de nuestro autor es una prosa muy directa, y sé que muchas veces decimos esto, pero en el caso de David él escribe lo que quiere escribir, no hay doblez ni engaño y es de agradecer, porque de esta manera las piezas de su puzle encajan porque lo ha diseñado bien, no porque tenga piezas comodín. A esto debemos añadir unos diálogos que son muy creíbles y cercanos, y una gran agilidad para hacer avanzar la trama.
Qué difíciles son los vecinos
Pero no nos vamos a olvidar que el libro sobre todo es para disfrutar. La novela tiene un toque de humor muy curioso basado en nuestros lugares comunes (la cotilla, el marido panoli, etc.), tras el cual vemos temas de calado. Además, los personajes no nos son ajenos, con lo que podemos identificarnos bastante bien con ellos, la trama avanza gracias a unos diálogos que fluyen perfectamente sin demorarse en los detalles innecesarios y, con todo ello, aún con su brevedad, tenemos todos los ingredientes que necesitamos para una policíaca que dé gusto leerla.
Espero que os animéis con ella porque es una dosis estupenda para una tarde cualquiera disfrutando de un buen libro. Espero que os guste.

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