Nos encontramos frente a una historia feelgood de 396 páginas que me encantó por su portada y me ha enamorado con su historia y edición. Amy es nuestra protagonista a la que iremos conociendo a través de dos líneas temporales. El presente, donde los capítulos son numerados y conoceremos a la Amy que se esconde del mundo, donde solo va del trabajo al refugio de su hogar, donde unas entrometidas vecinos y un gato están intentando hacerle la vida imposible. Hace once años ocurrió algo que hizo que su vida cambiará drásticamente volviendo su hogar en un museo abarrotado de objetos que le hacen recordar otros tiempos. Por otro lado tenemos el pasado, donde los capítulos empezarán con la ilustración y el nombre de uno de esos objetos que Amy colecciona en el presente, botellas, macetas, mecheros, pajaros, ceniceros.... De esta manera conoceremos a una Amy artista, soñadora, divertida, enamorada…. Su mejor versión a pesar de los baches que le ponía la vida. Pero estaba rodeada de personas que la querían. No voy a contar más porque destriparía toda la historia pero solo os diré… que me ha sorprendido mucho que el final no me lo esperaba quería una cosa pero fue a medias y eso me dejó tocada la verdad. Es una historia preciosa donde iremos viendo la evolución de nuestra protagonista, de sus temores y sus luchas diarias, donde el volver a confiar a veces cuesta pero un helado o un zumo de piña siempre lo solucionan todo. |