A los dos meses de nacer, a Ignacio Ramírez de Haro le cayó un sambenito: Tendría que trabajar! Los padres se lamentaban. - Será el primer Ramírez de Haro que trabaje! - Qué vergüenza! - coincidía la madre. |
A los dos meses de nacer, a Ignacio Ramírez de Haro le cayó un sambenito: Tendría que trabajar! Los padres se lamentaban. - Será el primer Ramírez de Haro que trabaje! - Qué vergüenza! - coincidía la madre. |
Íñigo a los catorce años había dejado de creer en la religión católica que le habían inculcado desde la cuna, y eso que la había vivido con una profunda intensidad; hacia los dieciocho años, tras la pérdida de la religión se le empezó a desmoronar toda la construcción mental, social y política familiar en la que le habían forjado. Eran los años finales del franquismo, cuando la concepción aristocrática y arcaica de la vida que representaban los Ramírez de Haro, la Casa de Bornos, Jesús del Valle, se le aparecía como una cárcel opresiva, un mundo de mediocridad, costumbres y conformismo.
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Gregorio Samsa es un ...