Huinca : No, allá no hay vino, la vida es el vino y todas las cosas. Chita, si Dios es muy encachao, las sabe todas. ¿Sabís lo primero que te va a decir cuando te vea llegar?... (Acomodándose) Mira, hace cuenta que yo soy Dios. Eva : Salta para el lado, ¿a dónde habís visto que Dios tiene cara de bofe? Huinca : (Riendo) Buena, así me gustai, alegre, tallera. Pero deja decirte el discurso que te va a mandar el Hombrón: (Doctoral) «Mire, hija, a usted le dieron como tarro al otro lado, porque le tocó ser pobre, y los pobres allá son igual que los limones, en cuanto alguien los ve, empieza a estrujarlos. O sea que lo que pasó fue que los que mandé primero, se avivaron. Y empezaron a usar a los demás para que les hicieran el trabajo; eso está mal, muy mal. Pero lo más gracioso es que cargan conmigo, y no po, si es entre ustedes que tienen que arreglar la cosa ahora, yo ya les dije cómo tenían que hacerlo, no quiero que la tierra sea un fundo mío, ¡si yo no soy capataz!... Pero eso no quiere decir que no me pueda espantar alguna vez, si me sieguen mosqueando mucho. Claro que estoy seguro, de que si hago llover fuego, a los primeros que se comen asados es a los pobres, pero si se me sube la mostaza, no me va a quedar otra. Pucha, usted me salió más porfiá que burro de curao, si usted y todos los demás tenían que haber sido como el Huinca, m’hija. El Huinca anduvo por todas partes y vio y aprendió, y no le hizo mal a nadie, pero no le aguantó a ningún vivaracho que lo viniera a usar, porque sabía que yo los había hecho a todos iguales. Bueno, ahora que sabe lo que es canela, espero que no se me vaya más de aquí. Agarre un pedazo de tierra, hágase una casita y sea felíz. (Hablando hacia el lado) Oye, Pedro, dale la dirección del Huinca a esta machucá, para que la acompañe mientras se ambienta». + Leer más |