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Con lo poco que me gusta el frío, ¿por qué me gustarán tanto las historias ambientadas en escenarios gélidos con la nieve, el hielo o el frío como protagonistas? ¿Será que me gusta ver cómo otros sufren desde la comodidad de mi sofá? Puede ser. Clasificada como un ecothriller (en esta ocasión el marketing ha acertado de lleno), “Un desierto de hielo” es la historia perfecta para escapar de la ola de calor porque, otra cosa no, pero frío vais a pasar un rato. En la base científica de Nytt Häpp, en la Antártida, se ha producido un brutal asesinato. El cadáver de uno de sus científicos ha aparecido salvajemente mutilado en mitad del hielo, con la palabra “Kripos” grabada en su piel. Erika Oblyakov, agente de la Kripos (el servicio de investigación criminal noruego) viajará hasta allí acompañada de Mikel Ibarra, un ex-ertzaintza que ha trabajado como guía para los científicos de la base, pero una tormenta les dejará aislados sin posibilidad de comunicarse con el exterior y con un asesino entre ellos. A priori “Un desierto de hielo” tenía dos de las cosas que más me gustan en una novela: el frío y un misterio de habitación cerrada (quien dice habitación dice todo un continente 😆), y las dos han cumplido con creces mis expectativas. Si por algo destaca la historia es por su cuidada ambientación, mimada hasta el último detalle para hacer sentir al lector parte del grupo de científicos aislados a su suerte, sintiendo en sus propias carnes la claustrofobia de verse allí encerrado sin poder contactar con nadie. La Antártida se convierte en un personaje más que domina toda la historia. Un lugar inhóspito, con temperaturas que pueden alcanzar los -60ºC y tormentas que no te dejan ver tu propia mano delante de la cara, se convierte en el escenario de pesadilla perfecto. El frío y ese hielo que todo lo cubre se te irán metiendo poco a poco en el cuerpo. La sensación de desolación, aislamiento y opresión que transmite logran generar momentos de enorme tensión que hacen difícil parar la lectura. Erika y Mikel forman un buen tándem. Tienen personalidades diferentes pero a la vez muy parecidas. Mikel está atravesando una profunda crisis personal. Erika es la mezcla perfecta de fortaleza y vulnerabilidad. Ambos cargan con fantasmas pasados que, lejos de hundirles, les hace comprometerse al 100% con su situación actual. El resto de personajes esconden múltiples secretos. El recelo que muestran ante la llegada de Mikel y Erika a la base hace que el lector no pueda bajar la guardia en ningún momento respecto a las verdaderas intenciones de cada uno de ellos. A medida que avanza la historia el thriller psicológico va dejando paso a la acción, desembocando en un final que invita al lector a reflexionar acerca de lo que estamos haciendo con el planeta y cómo la avaricia de algunos a la hora de explotar los recursos naturales va a tener nefastas consecuencias para todos. Si queréis pasar frío antes de que llegue el invierno, “Un desierto de hielo” es vuestro libro. |
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