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Un año después de las niñas salvajes May nos sorprende con una continuación de la vida de Jimena con un nuevo caso. Recordareis que Jimena era una periodista que se hizo muy famosa por colaborar en un caso policial, o mejor dicho resolverlo. En esta segunda novela ambientada de nuevo en Granada, conoceremos muy bien la capital. Solo como May sabe narrarla, sin cansar pero sin dejar lugar sin narrar su historia y monumentos y sobre todo ambientándola de una forma tan bonita que dan ganas de ir corriendo a ver como es cada rincón del que nos cuenta cosas sobre él. En este caso el protagonista indiscutible va a ser el rio Darro. Pronto se sucederá el primer hallazgo de un cadáver y la policía lo relacionará con el caso que llevó Jimena por lo que pronto pedirán la ayuda de la periodista. Pero Jimena no lo tiene tan claro, por lo que solicitará la ayuda de Garai, un criminólogo, y la ayuda de un historiador de la zona, que al final se hará cargo una historiadora en plena tesis, Fátima. Cada personaje llegará su carga emocional, lo que hará que la historia coja más sentimientos a la hora de empatizar con los personajes, porque May les dotará de una personalidad e historia propia a cada uno. Los crímenes irán sucediendo y Jimena lo tendrá más claro, irá hilando cosa que desagradará al policía que llevará la investigación y que al final les llevará por caminos separados. La intriga está servida, con un patrón del que no sabremos nada casi hasta el final, y con una historia llena de giros continuamente May nos mantendrá completamente con los ojos cerrados, pero no hasta el final de la novela. Pronto sabremos quien es el asesinos /as y eso hará que suframos más si cabe con el final de la novela. Que, por cierto, quien sabe si dará para una tercera novela. Porque el potencial de Jimena da para ello y May se desenvuelve con ella de una manera magistral. ¿Qué? ¿os animáis a leerlo? |
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