También criticó el fútbol moderno, ése que, según él, es cada vez más parecido a un programa de telerrealidad: «Convierten a los futbolistas en una ficción. Cada vez importa menos lo que ocurre en el terreno de juego: se habla de sus vidas privadas, se fomenta su imagen, su estética. Una rueda de prensa es tan importante como un partido. Siguiendo una lógica hollywoodiense, separan a los jugadores de la realidad, mostrándolos en vallas publicitarias, televisiones, revistas o videojuegos. Al final, no hay diferencia entre un futbolista y un personaje de Disney. El jugador es un producto y el aficionado es un consumidor. La profesionalización los ha separado completamente».