Martinete del rey sombra

Siempre pensaré que gracias a la literatura se conoce el mundo, sus contornos, sus olvidos y sus recovecos. Y gracias a esta novela podremos reconstruir la Gran Redada que sufrió el pueblo gitano a partir de la noche del 30 de julio de 1749.

Eran los tiempos de los primeros Borbones, de las inquinas palaciegas, de los grandes proyectos de expansión construidos sobre huesos y sangre.

La cara oscura de la luna es un ropaje demasiado colorido, un lenguaje que suena a cascabel y que se materializa en miedo y destierro. La orden de arresto de los gitanos españoles correspondía a un plan de mano de obra que ya estaba condenado al fracaso.

Martinete del Rey Sombra es el ascenso y la caída de Fernando VI, pero también del oscuro engranaje que sustenta el teatrillo de la política, imposible sin los títeres que intentaban gobernar el mundo y las mentes de los monarcas. Muchas veces aparentes personajes secundarios que acababan llevando la batuta del poder.

Lo complicado de hacer bello un texto histórico es perdernos en la voluptuosidad de la palabra. El autor es consciente de su potencial combinando las mismas pero quizá se produce un abuso lírico, la artificiosidad de la forma acaba siendo un martilleo constante que puede deformar la fluidez de la historia.

Si ya el final está escrito, la magia sucede en el durante y esta puede verse empañada por mostrar en demasiados intentos y con demasiado ahínco que el truco funciona. Puede que le hayamos visto demasiadas veces las orejas a la liebre del lenguaje.

No obstante, el interés del texto recae en ponernos delante de los ojos un relato, al menos para mí, desconocido. Una parte del tiempo que quedó recluido en las ruinas de la miseria y que es la otra cara de una moneda reluciente pero podrida.