Y Julia retó a los dioses

La verdad es que tenía muchas ganas de continuar esta bilogía, la primera parte la leí al poco de publicarse, aunque son lecturas más densas, la devoré y ya estaba deseando leer su continuación.

En esta continuación de Yo, Julia, al igual que sucede con el anterior, nos describe de forma muy amena, una época de la historia de Roma de la mano de uno de sus personajes más determinantes, y en este caso, uno muy olvidado, como ocurre con casi todas las mujeres que han sido relevantes en la historia y a las que solo se les reconoce su aportación a través de los logros de otros (padre, marido, hijo,...). Me gusta que a las mujeres, por fin se les dé el reconocimiento que merecen y que pongan en relieve todos sus logros.

Nos describe a una mujer con una visión política bastante más avanzada que la de sus contemporáneos, en épocas en las que el mayor poder se obtiene siempre a través de la fuerza militar. Quizá peca un poco de maniqueísmo, ensalzando la habilidad y la visión de futuro de Julia, en contraposición con la falta de esas mismas virtudes por parte de sus enemigos e incluso, en ocasiones, de aquellos de los que se tiene que servir para sus propósitos, aunque tenga que recurrir a las mismas armas que sus enemigos por mano de sus allegados. Pero no por ello dejan de ser notables sus logros, conseguidos a veces, por el simple menosprecio que produce el que sea una mujer la que instiga los actos que finalmente la llevan a consolidar una dinastía.

Es importante la continuación en esta segunda parte para ver en su conjunto cual es la influencia real de Julia en la Historia, que en la primera queda difuminada por las victorias militares de su esposo, mientras que en la segunda se aprecia más cuál es su influencia política.
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