El hombre que mató a Antía Morgade

Seis amigos se reúnen tras veinte años sin verse. Todo es felicidad y alegría por el reencuentro hasta que uno de ellos recibe un disparo a quemarropa, dejándolo muerto en el acto.
Así comienza El hombre que mató a Antía Morgade: una obra que oscila entre la novela policiaca y el romance fallido entres dos inspectores de policía.
Cuando leí la sinopsis por primera vez, tuve que dejarlo a la mitad porque sentía que contaba demasiado, que no me iba a dar margen para sorprenderme, ni de la historia, ni de los giros de trama que auguraba. Ni uno ni lo otro.
De primeras, los personajes, todos, los sentí repetitivos, cada uno cumplía una función específica y nunca se salían de su papel. A eso debería sumarle el ritmo de lectura: al estar narrado por las voces de todos los personajes: tanto inspectores Abad, Barroso como los demás personajes, la historia se me hizo muy cuesta arriba.
Me gustó mucho el estilo narrativo de la autora y pienso que no es un mal libro para introducirse en su universo literario, a pesar de que éste es el tercer libro de la saga Abad y Barroso, y es el único libro que he leído de ella.
Una vez que terminé de leer el libro volví a leer la sinopsis para comprobar si cumplía con todo lo que prometía y sí, y no sólo eso, creo que la sinopsis pintaba la historia de una manera y la autora abordó la historia de otra llevándola por otro camino. Lamentablemente, no para bien.
A pesar de que no me convencía el método de investigación que manejaban los policías, demasiado lentos, lo que más ruido me hizo fue el constante tira-y-jala de Ana y Santi; esto es algo que una vez puedo pasarlo, pero cuando la historia se centra en esos desvaríos (y se supone que es un thriller) lo siento, pero no puedo con ello. Y aunque fuese una novela negra tampoco lo catalogaría como tal, ya que en este género se centra en el desarrollo (para bien o para mal) de los personajes, cosa que, como dije arriba, no vi en ninguno.