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Un dulce viaje por mar, un camerino de más, una caja de pino y un cotilla. Se trocea, se mete dentro de una coctelera y Edgar Allan Poe hace el resto. Por eso es un genio. Porque de lo ordinario saca petróleo. de la tranquilidad al sobresalto. A lo macabro. Y sobre todo, hace bello lo perturbador. Se repite el esquema y sin embargo en sus cuentos siempre hay algo distinto. ¿Cómo puede dotar de tanta esencia a sus personajes con tan pocos datos? La respuesta es genialidad. ¿Arte o muerte. ¿Ambas? Y el amor llevado al extremo de lo irracional, sí, pero... ¿irracional para quién? El amor de por sí, es pura excentricidad. El norteamericano simplemente, lo aderreza de perversión. Me estremece el romanticismo de Poe, creo que ambos seriamos capaces de hacer una declaración romántica en una esquela, o cantar una balada en un funeral. Poco que añadir salvo que el autor siempre tuvo claro dejar lo mejor para el final. Y como alguna vez me llamaron cortito, y el cuento es tan breve que ya se ha acabado...reduzco la verborrea y os ahorro un minuto de vuestro tiempo para ver gatitos...o cuervos. Excelente relato marca de la casa. |
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