El demonio de la perversidad

No es la primera vez que el norteamericano recurre al criminal que precisa que su obra sea conocida y con la imperiosa necesidad de gritarlo a los cuatro vientos.
El corazón delator o El gato negro son muestras de ello.

Dividida en dos partes, El demonio de la perversidad arranca con una reflexión del propio narrador/ protagonista, entre lo filosófico, lo psicológico acerca de ese impulso que todo ser humano tiene para cometer el mal aun sabiendo que las normas morales dictan justamente lo contrario.

Apoya el mini ensayo inicial con el cuento propiamente dicho, pero en esta ocasión deja muchos cabos sueltos y un relato lleno brumas.

No anda muy afinado Poe en la ejecución, aunque sí nos deja, como siempre, esa sensación de desasosiego y algún que otro pequeño sudor frío.

El recurrente y obsesivo sentimiento de culpa que encontramos en sus textos, enmascaran sus silencios y tormentos.

Quien sabe, tal vez quiso confesar y no sabiendo como hacerlo, lo escondió en sus letras para liberarse.

Por si acaso, si estoy cerca de una tumba y oigo el latido de un corazón o el maullido de un gato rianse ustedes de Ben Johnson.

Y sin sustancias no permitidas. 🏃🏃🏃