 |
A finales del siglo XIX, el famoso neurólogo Silas Weir Mitchell tenía la teoría de que la histeria era el paradigma de la enfermedad mental femenina. A esta afirmación añadió que la influencia de los órganos femeninos era una fuente permanente de desequilibrio mental en las mujeres. Sus métodos terapéuticos para las pacientes que acudían a él -como hizo Charlotte Perkins Gilman tras sumirse en una depresión post parto- se basaban en una cura de reposo que consistía en el aislamiento total de amigos y familiares durante seis semanas. Se les prohibía leer, coser o cualquier tipo de actividad intelectual u ocio. “El papel amarillo” es el relato que mejor ha reflejado este tipo de prácticas nefastas. La propia autora se sometió a esta “cura” durante un mes, pero comprendiendo que nada bueno podía sacar de ésta decidió volver al trabajo y a la vida normal. Fue durante este periodo de recuperación cuando escribió este relato de apenas cincuenta páginas para advertirnos de sobre el peligro real de que tenían estas terapias y sus consecuencias para tratar la depresión y otros trastornos mentales. Aquí, una mujer cuya identidad desconocemos se traslada con su marido y su cuñada a una residencia de verano para someterse a esta cura de reposo. Enclaustrada en una habitación ruinosa, pasa sus días de encierro escribiendo a escondidas el diario que leemos. Cada día que pasa, el olor y el color del empapelado le resultan más desagradables y perturbador, llegando a distinguir figuras grotescas que se mueven e intentan escapar El descenso a la locura de la protagonista es inminente y la habitación amarilla se convierte en su cárcel. Hace unas semanas pudisteis leer mi reseña del “El país de las mujes" de esta autora y aunque este relato es difícil de catalogar en su producción literaria, fue de gran importancia para desmontar el supuesto beneficio de estas terapias. Enlace: https://www.instagram.com/p/.. |
>
