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Crítica de rafaperez


rafaperez
16 March 2022
Ya me advirtió mi compañera de lectura que esta reseña me haría sufrir.

Los sudores aparecen cuando la eterna dicotomía del defecto y la virtud se enfrentan al según se mire.
Y así miro yo.

Por más vueltas que le doy, llego al callejón sin salida de que Nuestra Señora de París es una obra imperfecta en su conjunto pero con una calidad literaria sobrehumana.

¿Quién es el protagonista? ¿París, su arquitectura, Quasimodo, Esmeralda, Notre Dame?

Pues aunque resulte algo ambiguo y completamente descerebrado, defiendo la idea de que es una novela atípicamente coral.

Por acabar por la vía rápida con el defecto y así deleitarme en lo demás Hugo se va por las ramas.

Lo se, vaya noticia.
El principal problema es que esos mini ensayos que acompañan a la trama principal no empastan, no suman, nada aportan al argumento y esto le resta velocidad y armonía.

Pero Ave María Purísima que manera de narrar. Que brillante su idea de que la decadencia arquitectónica medieval fue causada por la llegada de la imprenta.

En cuanto a lo que Disney profanó, el autor se maneja en la delgada línea de la ironía y la tragedia para hablarnos primero de una justicia que es sorda.

Después, de una sociedad llena de sombras, supersticiones, clasista y profundamente egoísta.

Y finalmente Quasimodo, que representa la monstruosidad, lo horrendo y, como no, la desventura.

Hugo crea un personaje con malformaciones en todo su cuerpo, sordo, bruto. La fealdad en estado puro.

Apaleado, ridiculizado, vejado y sistemáticamente rechazado nuestro jorobado conocerá a su antagónica Esmeralda.
La gitana de belleza virginal.

No es el único juego de contrastes. Toda la novela lo es.
Desde las calles opulentas y majestuosos monumentos donde habitan las gentes de calidad a la corte de los milagros, barrio marginal con su propia ley, donde sobreviven ladrones, truanes y estafadores todo, para bien o para mal, es París.

Y, por último, la perversa individualidad del ser humano donde sus anhelos están siempre por encima del bien y del mal choca frontalmente con la bondad personificada en la ya citada gitana.

Bajo el prisma de una novela convencional, nuestra señora de París cojea precisamente en su arquitectura.
Sin embargo, la multitud de aristas, capas, reflexiones y la jupiteriana prosa del autor convierten a la novela en una obra inmortal.

A base de pluma y estoque Víctor Hugo saca las vergüenzas de la ciudad de la luz dejandola completamente a oscuras.

Hay que perderle el miedo. Aún teniendo partes complejas y abruptas, recomiendo mucho su lectura.

Eso sí, pausada, sintiendo cada letra. Cada gota de tinta, incluso cada pausa.
Un libro maravillosamente imperfecto!

Padres de la literatura hay muchos...dios solo uno.
VÍCTOR HUGO.
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