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Rompiendo con el esquema de protagonistas de thrillers, novelas negras y policíacas, José Antonio Pérez Ledo ha creado en Cementerio de secretos un personaje que sorprende al lector en muchos aspectos. Lo hace, en particular, con una profesión muy poco común que hila en una sólida trama. Tirso de la Fuente es un hombre convencional que vive atormentado por un error del pasado, uno que le llevó a abandonar su vida en Madrid y trasladarse con su hermana y su sobrino a Menorca. Es lingüista, pero no uno cualquiera. Su talento superdotado le convierte casi en un Sherlock Holmes del lenguaje. Solo con escuchar el habla de una persona es capaz de descubrir dónde se crió, su clase social, su nivel formativo y muchos otros aspectos de su identidad. Este particular don le convirtió en el más valioso perito y lingüista forense de la Policía Nacional,con la que colaboró durante años… hasta que decidió romper con su pasado. Hasta que un viejo amigo, subinspector de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta, le llama para pedirle ayuda. Se ha topado con un caso que nadie sabe cómo abordar. En 1986, una niña de cinco años desapareció en Madrid. Ahora, treinta y tres años después, ha reaparecido en pleno desierto saharaui. Y no habla. No dice una sola palabra. ¿Podría Tirso conseguir romper esa barrera comunicativa? Tirso acepta echar una mano a su amigo convencido de que será cuestión de unas horas. Su vida cambiará radicalmente cuando, sin saber muy bien por qué, se convierta en un objetivo de las cloacas del Estado. Entre amenazas, engaños y chantajes, Tirso, un personaje alejado del estereotipo de hombre de acción, deberá descubrir qué tiene que ver el silencio de esa mujer con el proyecto franquista para construir una bomba atómica del que su padre formó parte. |
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