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Una historia diferente. No por la historia que cuenta sino por cómo la cuenta y por quienes son sus protagonistas, en especial su protagonista femenina. Beth no es para nada una protagonista convencional. Es egoísta, superficial, egocéntrica y se escuda en lo que ella llama honestidad pero que en realidad es hablar sin filtros dañando a los demás de forma deliberada haciendo mella en sus debilidades. Una joya, ¿verdad? Pues sí porque sin ella este libro no habría sido lo mismo. Beth empieza siendo un grano en el culo pero evoluciona y lo hace sin perder su propia esencia. Sigue siendo quién es sólo que poco a poco se va dando cuenta de sus defectos. Ella misma lo dice muy bien en una ocasión: “Sigo siendo egoísta, salvo contigo” Ni más ni menos, sigue siendo quién es pero una versión mejor de sí misma. Johnny es mucho mayor que ella y para desgracia de Beth a quien su físico es lo único que le importa, es ciego. Beth no puede creer su mala suerte pero él sabe ser paciente y darle su espacio para que mejore, no se le echa encima por sus defectos pero poco a poco la ayuda a cambiar. Esta es una historia donde el amor se va cociendo a fuego lento, tan despacio que si me preguntan en qué momento se declaran enamorados no tendría ni idea. Junto a lo anterior lo que más me ha gustado es que ambos aprenden a amarse tal y como son. No tienen una venda en los ojos y ven a la otra persona como no es sino que son plenamente conscientes de sus defectos y se aman aún conociéndolos. Johnny ve los puntos buenos de Beth a pesar de todos sus defectos. Y es que el verdadero amor es así, amar aún viendo todas y cada una de las peores caras del otro. |
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