Antaño pensaba, con la inteligencia que otorga siempre el no tener ni puta idea de nada, que el cerebro era capaz de ordenarse a sí mismo por arte de magia y de ir haciéndote desear las cosas adecuadas en cada momento. Ahora sé que no, sé que los deseos son los mismos siempre, pero es el cuerpo el que cambia y se cansa. No deseas otras cosas, simplemente te resignas a no tenerlas. Y yo intento que esa resignación no llegue, aunque a veces también pienso que buscar un acomodo que me permita vivir en calma es la única opción, que la estabilidad externa llamará a la estabilidad interna. Pero temo que no sea así, que en realidad lo que llamamos estabilidad sea más bien conformismo. ¿Y yo qué tengo para conformarme?
|