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En mi club de lectura son muy eclécticos, y al comenzar el año, decidieron leer Reina Roja, de todos los lectores conocida novela de Gómez-Jurado, pero la segunda, BOTCHAN, está en las antípodas, es una de las novelas de la literatura clásica japonesa. Söseki es un autor japonés 1867/1916 considerado como uno de los mejores autores clásico de la literatura moderna japonesa, y se dice de esta novela, que su protagonista es su alter ego y algo autobiográfica. La introducción de Andrés Ibáñez es muy reveladora, y una gran reseña de la novela, casi diría yo, que después de esta introducción, ya la has leído, lo que por sí mismo, ya le quita méritos tanto a una, como a la otra. “Desdichas de un niño mimado” titula Andrés su introducción, y ese es el argumento. Un joven nacido en Tokio en una familia que no le profesa mucha simpatía, salvo su niñera, Kiyo, que decide estudiar matemáticas y hacerse profesor. A los 23 años su primer trabajo le lleva a una escuela de provincias, y comienzan sus desventuras y su acercamiento al mundo real de entonces, muy parecido al que podríamos encontrarnos ahora, si estuviésemos en sus circunstancias, porque a pesar del casi siglo y medio que ha pasado desde su publicación, los seres humanos no hemos cambiado mucho. Este joven profesor, es bastante tonto, y también su entorno, muy influenciable, cambia de opinión, no reflexiona, es impulsivo y tiene un sentido muy cuadriculado de la justicia. Él mismo podría estar en el lado de los estudiantes gamberros. Pero el resto de los personajes se mueven en un universo muy parecido, todas las desventuras que nos cuentan en la novela son producto de esa manera de conducirse y de vivir una vida muy simple. El traductor también tiene unas páginas para dar su opinión al principio de la novela y para mí muy acertadamente llama a los personajes antihéroes perdedores y que en el fondo son víctimas de sus acciones. Añade también que Soseki quiere criticar “una suerte de fingimiento intelectual que seguramente va aparejado a querer ser lo que en el fondo no se es” Cuando Botchan quiere huir de sus problemas, piensa en Kiyo, que es la única que lo ha querido, pero cuando quiere escribirle una carta no lo consigue por su enorme pereza, y falta de ingenio. Se dedica a poner motes a sus compañeros profesores y se comporta de forma irresponsable en su primera guardia en la escuela. Sin embargo, defiende sus ideas con tenacidad y cuando se hace amigo de Puercoespín no le abandona en ninguna pelea. A pesar de ser considerada una novela cómica, yo no he conseguido verle el lado humorístico, será porque no he sabido ser una lectora japonesa, más bien he sentido lástima por la especie humana, como dice el señor Ibáñez en la introducción: “La pregunta debería ser si la vida humana es realmente así tan ridícula, tan absurda, tan miserable, tan irrisoria” |
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