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Siempre en clave de humor, Sōseki nos muestra su mundo tal y como es: un Japón de hace un siglo, que por una parte tiene su lado tradicional, con sus rickshaws, sake, bailes, comida, haikus… y por otro tiene su lado moderno, ya que se empezaba a abrir al mundo occidental. Quizá algo tenga que ver con que el autor vivió y estudió dos años en Inglaterra, y no lo pasó lo que se dice demasiado bien allí, pues le parecía todo muy diferente y poco respetuoso. Se trata de una novela corta muy divertida, en la que el protagonista no es amable ni respetuoso, por lo que tampoco se le puede coger demasiado cariño. No obstante, vive episodios en los que el lector estará totalmente de acuerdo con él y su forma tokiana (como dice el propio autor) de actuar. Esta novela fue en su momento difundida a fascículos, igual que otras obras del mismo autor, y eso se nota en la continuidad de sus capítulos, pero también en que en cada uno hay algo nuevo siempre. Conviene destacar también el trabajo del traductor, muchas veces obviado, que en este libro brilla ya que hay muchos juegos de palabras y humor en él. Al ser corta y entretenida, es muy recomendable para cualquiera que se quiera acercar al autor o a la literatura japonesa. |
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