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El profesor Heyman fue profesor de ética en la universidad. Ahora está sentado en un banco del gueto de Varsovia esperando. ¿Esperando qué? Esperando a un Dios en el que ni cree ni deja de creer; a una respuesta que justifique o explique la masacre que se está haciendo con los judíos. Y con su espera quiere demostrarle a ese posible Dios que la humanidad no está perdida, que tenemos palabra, ética, moral y que podemos cumplir con aquello que nos proponemos o prometemos. Él le hace una promesa a Dios y es que esperará hasta que él le de una explicación o pare las barbaridades cometidas por los nazis. Es consciente de que tal vez no exista y no pase nada pero esa espera es su lucha, su grito al mundo, y lo cumplirá aunque sea lo último que haga porque él sí que cumple lo que promete. Esta obra de teatro en cinco actos nos muestra desde una perspectiva distinta la lucha de los judíos y todo lo que han tenido que sufrir. A través del profesor Heyman y sus conversaciones con otros personajes podemos presenciar como transcurre la vida en el gueto y el inicio de las deportaciones a los campos de concentración. Nicolás Paz Alcalde nos habla del gueto de Varsovia desde una perspectiva sobretodo ética y moral. Nos habla del sentido común en un momento de la historia en el que brillaba por su ausencia; nos habla de la supervivencia en situaciones extremas, una supervivencia que es lo único que tienen y que contra todo pronostico no es una forma de vida, tan solo de sobrevivir, que ya es mucho. También nos plantea situaciones fuertes cuyas respuestas son difíciles y nunca agradarán a todos pero que es importante que tú lo tengas claro y sepas los motivos por los que lo estás haciendo. Es una obra que me ha gustado, que resultó no ser lo que me esperaba pero que ha sido un poco de aire fresco dentro de esta temática que para mi gusto ya está bastante saturada. Se me ha hecho muy corta pero eso es un punto a favor en este caso porque a pesar de sus 98 páginas hay muchas ideas planteadas y condensadas que necesitan tiempo poder ser procesadas. El personaje del profesor Heyman me parece muy bueno, sus dilemas, sus circunstancias, sus conversaciones… te convence de sus ideas y acabas planteándote, a su vez, muchas cosas más. El Muchacho también me cayó muy bien pero tengo que decir que Hannah, a pesar de ser con la que más he encajado en personalidad y deseo de luchar, es la que me ha sacado de quicio en algunas ocasiones al no comprender la lucha silenciosa del profesor aparte de por otros motivos que no quiero contar por no hacer spoiler y que tienen lugar hacia el final de la obra. |
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