(Del prólogo) Hay algo impagable en La gota de sangre; el lenguaje. La elegancia del estilo, la precisión de cada término, la recuperación de un castellano que, siendo antiguo, palpita de vida y gracia. Les confesaré que eso me ha puesto en el fondo de mal humor. Leyendo este texto nos damos cuenta de que nuestra lengua no ha evolucionado sino que se ha empobrecido. Muchas palabras ya no se usan y han sido sustituidas por absurdos anglicismos. Los giros sintácticos se han simplificado hasta el extremo, la musicalidad de las frases ya no se considera como un valor de la prosa...y podríamos continuar con muchas más desgracias concatenadas. Pero no pretendo amargar la fiesta a los lectores. al contrario, les aseguro que valdría la pena leer el relato tan solo por el gozo que se experimenta estéticamente. |