Paola Calasanz es una autora que siempre me enamora con sus historias románticas llenas de naturaleza. En esta historia Crystal vive con su marido y su hijo, Bonnie, cuando un día llega una carta de la madre de su primer amor. Había fallecido y había decidido dejar la granja donde se había criado a Bonnie. Crystal vuelve al pueblo donde se crío y vuelve a experimentar todas esas emociones agridulces de su adolescencia. La historia es preciosa, pero en mi opinión le falta realismo a ciertas reacciones de los personajes. Algunos acontecimientos no me pegan con la historia y parece que están ahí para justificar algunas actitudes. Aún así un libro fácil de leer y una historia bonita con la que disfrutar un fin de semana.
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