Soñar bajo el agua

La Esperanza, como regalo de Dios, o como pago del Diablo.
Aquí existen las dos. Pero la primera se anida en el corazón, se sumerge bajo el agua de una piscina, en algún recóndito lugar de Londres y llena con la suave textura de la amistad todo lo que alcanza.
La segunda...llega al final ...se dice que es lo último que muere...
Nos recuerda que siempre hay un lugar a donde ir, algún sitio a donde volver aunque solo sea en alas de la memoria para poder continuar.
No es volver a empezar, es retomar el rumbo. Es dejar que las sensaciones nos inunden para que afloren los sentimientos.
Es no negar una mano tendida a aquel que abrace, con amor o por amor , una causa.
Que obstaculiza la amistad entre personas de distintas generaciones ? Solo la falta de empatía y solidaridad.
Siempre habrá un tema común, un ideal que abrazar que resulte común.
Kate y Rosemary, conectadas por azar, al defender la causa de una piscina pública que puede ser cerrada.
Kate joven periodista llena de dudas , Rosemary, una mujer más que madura plena de certezas. Buscan mantener el espacio común a muchos que no se han dado cuenta lo importante de ese pequeño germen de solidaridad que es el área pública.
Con un lenguaje suave y acariciador como el agua en que te sumerges para nadar, con un ritmo continuo, como las brazadas que impiden hundirse, diluye poco a poco la historia que como mudo testigo la alberca ha protagonizado.
Ha sido un refrescante Chapuzón, un energizante nado de Crol, un relajante descanso a la orilla de la piscina, con el azul del cielo como techo, y el canto de las aves como música de fondo....Allá tras la pared la vida sigue..se acelera.
Aquí el tiempo parece detenerse, aunque solo sea por un momento.