En la segunda parte de la trilogía cambiamos de escenario, aunque seguimos estando en Vere. Dejamos atrás el hedonismo de la capital verenciana para integrarnos en una tropa de soldados que se dirigen al frente. Laurent y Damien se dirigen a la frontera con Akielos. El joven príncipe comanda un heterogéneo grupo formado por leales a él y hombres del regente. Seremos testigos del carácter verenciano, tan dado a maquinaciones y a hacer las cosas siempre con vistas al futuro y con intereses ocultos. Damien irá descubriendo que a Laurent y a su tío se les dan francamente bien. También será consciente de lo mucho que se odian. Laurent sigue siendo frío y despiadado pero muy poco a poco se va abriendo, al menos con Damen. El príncipe akeliense sigue al lado de Laurent, fiel a su palabra, aunque ya está más cerca de su patria. Cada vez está más cerca de romper la coraza de el príncipe y de entender su forma de ser. Esta segunda parte me ha gustado más que la anterior porque no hay apenas escenas escabrosas. Sí hay en cambio maquinaciones, secretos, traiciones y demostraciones de lealtad. El final es muy emocionante y el lector va uniendo todas las pistas que la autora ha ido dejando durante toda la obra. Si no fuese porque tenía libros empezados de conjuntas, con fechas obligatorias de lectura, me lo habría terminado del tirón. Están siendo una agradable sorpresa estos libros, por lo mucho que enganchan y lo bien hilada que está la trama. Leeré el tercero en breve porque estoy muy intrigada por saber cómo se va a solucionar todo. |