Los novios de Federico

Durante años, el periodista e historiador Pablo-Ignacio de Dalmases ha transferido a varios libros su amplio conocimiento y experiencia sobre África, en especial Sáhara Occidental. Sin embargo, nos ha sorprendido recientemente con un cambio temático y ha publicado “Los novios de Federico”, que consideramos una publicación singular para el conocimiento de la vida de Lorca. Porque decir Federico en España, es aludir a Lorca. de ahí la idea feliz de aunar ese genérico “Federico” a la palabra novio, en clara alusión a la homosexualidad del conocido poeta y dramaturgo.

Merece la pena leer “Los novios de Federico”, dedicado a desvelar todas las claves sobre el los avatares y el comportamiento de Lorca en relación con el amor, el deseo y el sexo. Aclaro con carácter previo que el libro llega a remolque de otras iniciativas para divulgar estos tres temas esenciales en la vida del Federico. La más notable es el libro de Ian Gibson, “Caballo azul de mi locura: Lorca y el mundo gay”, publicado en 2009, que de Dalmases reseña como libro imprescindible. No es la única iniciativa destacable. En 2019, por ejemplo, la exposición “Jardín deshecho: Lorca y el amor”, organizada por el Centro García Lorca de Granada, siguió “el difícil curso de esa reflexión sobre el amor, el deseo, y la sexualidad, captando diversos momentos del periplo existencial y artístico de Lorca, desde los sueños del adolescente, hasta la pasión homoerótica y el deseo de vivir el amor de la forma más completa que permitía la sociedad granadina y española de los años 20 y 30” (Jorge Pastor, en El Ideal de Granada).

Stricto sensu no hay novedades en el libro de de Dalmases, por cuanto ya estaban documentadas con exhaustividad todas las relaciones amorosas de FGL que tuvieses nombres y apellidos, como Salvador Dalí, Emilio Aladrén y Rafael Rodríguez Rapún, entre las más conocidas.

La sobrina del poeta, Laura García-Lorca de los Ríos, afirmó que “El Lorca público era el Lorca que se podía contar en aquella Granada que era por aquel entonces una sociedad muy cerrada, mientras que su vida privada, aunque la llevó con secretismo, se podría decir que la vivió con mucha libertad, disfrutando de su sexualidad y de sus historias de amor”.

Insisto en que todo lo establecido como cierto para Federico García Lorca en relación con el amor y el sexo, ya había quedado registrado en diversas fuentes antes de “Los novios de Federico”, una vez resuelto el secretismo a la que alude Laura García-Lorca con las declaraciones de quienes convivieron con el poeta. En “Los novios de Federico”, Pablo-Ignacio de Dalmases no se limita solo a organizar todo el conocimiento en torno a los principales protagonistas de la vida sentimental de Lorca: Dalí, Aladrén, Rodríguez Rapún; también reseña muchos otros protagonistas, no siempre con nombres y apellidos. A mi criterio, el entusiasmo del propio relato captura al investigador-recopilador que sugiere relaciones íntimas donde con toda probabilidad solo hubo deseo e intentos infructuosos, pero nada más… de Dalmases amplía las afirmaciones de la sobrina de Lorca: “Llegó un momento en el que no ocultaba ni sus pasiones ni su forma de ver las cosas, a medida que fue madurando se hizo más explícito a la hora de hablar de sus pasiones y preferencias sexuales”, y nos dibuja en la mente un Lorca desatado, un “pillamoscas” inasequible al desaliento y capaz de simultanear novios. Según la narración de Dalmases, a cuenta de la fortuna del padre al principio y luego a la de sus propios ingresos, Lorca disfrutó de lo lindo en las noches madrileñas, neoyorquinas, bonaerenses, cubanas… metiendo mano a todo joven que se dejara. En ese sentido, resulta decepcionante la extensión a categoría de fuente documental de lo que resultan ser algunas narraciones figuradas de lo que pudo ocurrir en el despendole habanero o con el amante uruguayo o…. El Lorca dalmasiano es un seductor invencible con la palabra, enamoradizo y dispuesto a todo para conseguir el amor buscado.

Personalmente, me han atraído mucho más los temas transversales que aparecen en el libro, conectados o no con la narración de la vida sentimental y amorosa de Lorca. Por ejemplo, el rol del padre de Federico como vigilante y protector de “Federiquito”, a quien le costeó la etapa de lanzamiento como poeta: las estancias en la Residencia de Estudiantes o el viaje a Estados Unidos, que fue decisivo para que Lorca superase la depresión tras el fracaso amoroso con Dalí y Aladrén. Es inevitable deducir del relato que muchos artistas y pensadores de la época eran hijos de acomodados burgueses y se procuraban una buena vida, acorde con su status. A ese respecto, me ha llamado la atención la alineación de Lorca con el rol director asignado a la minoría burguesa -de cuya pertenencia es consciente- para ayudar a la masa, como justificación de sus proyectos culturales en la Segunda República. Su comportamiento sugiere un filosocialismo por compromiso a ese rol. Por eso no sorprende que de Dalmases añada un último capítulo sobre la evolución ideológica de todos los amantes de Federico o amadas por él, sugiriendo que el propio Federico podría haber sufrido una transformación ideológica hacia posiciones más conservadoras, si hubiera sobrevivido al desastre de la guerra civil española.

En resumen, “Los novios de Federico” es un libro ameno, que aporta al lector información más que notable y suficiente para el retrato íntimo del poeta, que amplía pero no cierra la narración sobre el Lorca gay.

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