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Crítica de Noni


Noni
17 September 2022
Conjugando una amplia documentación y la historia familiar (la madre de la autora estuvo confinada en el campo de concentración de Manzanar) Otsuka crea una novela muy sentimental, escrita a golpe de emociones donde los protagonistas, una madre y sus dos hijos pequeños son testigos en primera persona y ante su total incredulidad, de cómo los seres humanos se vuelven irracionales cuando está en juego el honor, la "salvación de la patria". El resultado es una novela de ficción histórica donde los sentimientos, las emociones de las personas que aparecen en ella contrastan con la aparente frialdad, sumisión, adaptabilidad o como queramos llamar al carácter asiático, en este caso japonés.
En ningún momento, dada la trayectoria del ser humano, podemos asegurar que no vengan unos militares a sacarnos de nuestra casa, en la que hemos vivido los últimos, ¿diez, veinte años?, nos quiten nuestro dinero, nuestra casa, nos alejen del que hemos considerado nuestro barrio, nuestra ciudad desde siempre, y nos metan (tras un duro viaje con destino incierto) en un campo de "reubicación", eufemismo de campo de concentración porque estamos hablando de los Estados Unidos de América, hasta que se acabe una guerra que nosotros no hemos comenzado, y de la que apenas sabemos lo que cuenta la prensa del que considerábamos hasta esos momentos nuestro país. ¿Cuál sería nuestra actitud? ¿Desconcierto? ¿Rabia? ¿Miedo?

Pues en el caso de los protagonistas hay una clara diferencia entre la madre y sus hijos, ya que estos no abandonan el juego, no sienten necesidad de dejar de ser niños a pesar de las extremas temperaturas, la ausencia de su padre (en otro campo de "reubicación" a miles de kilómetros de distancia de ellos), la renuncia a sus amigos, colegio, bicicleta, mascota...

La realidad pronto aparecerá deformada, la conciencia no deja de pensar en la vida anterior, no se sabe cuanto tiempo van a estar separados de la vida que conocían hasta el momento de la partida. Amanece, nieva. Hace frío, mucho frío. Hace calor, muchísimo calor. La comida es asquerosa. Echo de menos a mi padre. Mi madre parece un fantasma. Estoy vivo, ¿dónde? No sé donde estoy, ¿es mi casa? La realidad no existe, todo es un sueño del que nunca se despierta, y cuando se hace el grito en la oscuridad de una casa prefabricada en medio del desierto te separa aún más del ser humano que un día fuiste y te recuerda que no eres nadie. Allí no eres nadie, tan sólo un niño de pelo oscuro, ojos rasgados, es decir: el enemigo.

Una historia tremenda, los primeros capítulos (que coinciden con el traslado y la estancia en el campo) narrados en tercera persona, los siguientes narrados en primera persona por el niño, y el último por el padre. La historia queda muy bien definida, desde la aparición en sus vidas de la Orden de evacuación número19, el viaje en tren, la estancia en el campo, el regreso, hasta finalizar con la "Confesión" del padre, la hipotética muestra de motivación que tuvieron los estadounidenses para encerrar y despojar de todos sus derechos a 120.000 japoneses sin mediar juicio ni acusación.

Unas vidas destrozadas durante varios años cuyo dolor permaneció siempre. Hay hechos que son difícilmente explicables, la realidad, tozuda, se empeña en hacer del ser humano un peligro en potencia para sí mismo. Una verdadera lástima.

El libro sobrecoge y mucha culpa, mérito yo diría, es el modo en que está escrito. No parece seguir ningún molde, ningún estilo. Frases escuetas, a veces tan solo palabras, una escritura a trompicones, a golpe de sentimiento que describe el horror con naturalidad, el horror como parte de la vida diaria. Es una historia pequeña (no llega a ciento cincuenta páginas) de una grandeza sobrecogedora.
Enlace: https://literaturajaponesafa..
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