El bosque de los cuatro vientos

Jon Bécquer, antropólogo y detective de arte perdido y robado, decide acercarse al parador de Santo Estevo a desconectar del trabajo. Escondido entre el bosque le espera la impresionante construcción, un antiguo monasterio del s. XII y XIII, que además parece esconder la historia de los nueve anillos. Nueve joyas pertenecientes a nueve obispos a las que se les atribuía poderes curativos. Pero, en un principio, sus investigaciones no parecen llevarle a la localización de esas piezas desaparecidas. Nadie sabe nada. Hasta que un hombre, con el que había hablado sobre ello, aparece muerto, Jon no se da cuenta de que algo no cuadra. ¿Qué se sabe realmente de los anillos?
Esta parte de la trama se intercala con mi favorita, la de Marina. Galicia, 1830. Una jovencita, hija de un médico viudo, debe dejar atrás Valladolid para mudarse al monasterio de Santo Estevo, allí su padre deberá ejercer como galeno. Lo único que la consuela es que podrá visitar la maravillosa botica que tienen los monjes y, con suerte, aprender diferentes remedios que le acerquen cada vez más a su sueño de ser curandera. Algo que su padre no quiere, pues su final es el de ser la esposa de un buen hombre. Pero Marina no se rendirá ante lo que se espera de ella por el mero hecho de ser mujer, ni siquiera a la hora de mostrar sus opiniones.
Ambas tramas se intercalarán alternando el misterio en la Galicia actual con el período histórico que vivía Marina; una época convulsa que esperaba a lo que se avecinaba tras la muerte de su rey y el desenlace en las famosas guerras carlistas sufragadas por las desamortizaciones a la Iglesia.
No creo que el lector deba esperar una lectura rápida por ese muerto que aparece, el caso es más pausado, casi adaptándose a ese ambiente rural donde todo va más lento. A mí personalmente esto no me ha importando porque me he dejado arrastrar por ese viento gallego, por sus costumbres y su patrimonio. al igual que por la fuerza de cazatesoros que desprende Jon, esa constancia incansable (a veces es un poco intenso, también hay que decirlo) que le hace sentirse cada vez más cerca de su objetivo.
Ha sido la primera vez que leo a su autora, desconozco su famosa trilogía, por eso no puedo comparar. Pero he disfrutado muchísimo de esa parte histórica, casi podía oler lo que albergaba la botica del monasterio, sentir ese viento gallego húmedo, el olor de sus bosques y palpar la intensidad de su historia.
No cabe duda que es una novela que homenajea de forma preciosa a la tierra de su autora, con la que también he sentido esa indignación por el abandono que sufre nuestro patrimonio artístico. Lo que lleva no solo a la pérdida de algo material, sino también a la pérdida de nuestra historia, de esas ruinas y lugares que recogen la magia de historias pasadas como la de Marina.