Sofoco

Es un placer descubrir una mirada fresca a las temáticas cotidianas y al conflicto con algunas notas que evocan esas voces ya conocidas, pero con un estilo propio de gran fortaleza y contundencia en el lenguaje, reuniendo en su narrativa la cercanía de lo coloquial y natural, con la contundencia y lirica de lo literario.

En las ciento veinte páginas que conforman esté libro la autora nos regala nueve cuentos en los que aborda la violencia enmarcada en el conflicto armado de nuestro país, el desplazamiento, la muerte enfrentada al deseo, los placeres de la carne, la búsqueda de identidad y también la perdida de la misma, la lucha por tener un lugar en el mundo y cada pequeño circulo al que se le llame familia.

Cada cuento no solo es testimonio de la habilidad narrativa y del manejo del lenguaje de la autora, son en sí mismos testimonios fieles de realidades de las que será siempre necesario escribir para que nunca sean ignoradas y para hacer un llamado para que aquellas que retratan la violencia ojalá no sean repetidas.

Escritos con una amplia sensibilidad por el dolor y la alegría, por el deseo y el desasosiego, habla cada uno de ellos abiertamente de lo cotidiano de los quehaceres del cuerpo humano, desde los placeres carnales, las reflexiones más profundas, la soledad, la aceptación de la muerte y el anhelo por trascender.

Los nueve cuentos de la obra son de gran calidad, pero Esperar el alud, es mi favorito por la contundencia con la que narra el abuso del hombre con el propio hombre y con la naturaleza, que, en su afán de dominarla, todos sus esfuerzos se convierten en violencia ciega contra su entorno.

Un libro muy recomendado para disfrutar de una nueva pluma con gran calidad y estilo propio, que en mi caso me evoca recuerdos a la contundencia y economía del lenguaje de Elisa Mújica y a la visceralidad y cercanía de la narrativa de Pilar Quintana.