Sofoco

Respira, se consciente, abre tus fosas nasales y permite que el aire entre por ellas y que viaje por tus pulmones y vuelva salir, no permitas que el Sofoco se apodere de tu capacidad para respirar, pero si en algún momento el vértigo se abre camino en tus entrañas, no te preocupes, solo morirás, y el morir en sí mismo es transformación, algo que probablemente olvidaste, pero que seguro necesitas recordar.

Nueve cuentos, una triple trinidad, un 3 x 3, números mágicos, un abrebocas a la perfección. El silencio atraviesa cada uno de los cuentos, pero este lleva en las frases y en los puntos y en las comas que lo matizan, el peso de la pausa, aquella que se llena de las cosas que no se dicen, pero que pesan y de las cosas que se sienten, que no se exploran, que no se exteriorizan, pero que matan. Un silencio que es un caudal de destrucción que acalla, que envenena, que indigesta, que se calma cuando se grita y cuando se pelea hacia dentro, porque hacia afuera está prohibido y constituye un riesgo, porque las palabras llevan poder y los ignorantes le temen, porque al igual que el agua, su movimiento no solo lleva destrucción, sino creación y a muchos no les gusta lo nuevo, lo extraño, el levantamiento, la revolución que no es impuesta sino espontánea.

Sofoco es poesía en prosa, es narrativa inundada de metáfora, es una relación con la tierra que sostiene nuestros pies y que saca sus raíces para meterse por nuestras uñas; con nuestros ríos que empiezan a tener voz y te susurran al oído; con nuestros “muertos que no piden” y por “eso son sagrados”; con nuestros niños que se niegan a hablar para no molestar, para no incomodar; con nuestras mujeres que apagan su fuego para no quemar a los que la rodean; con nuestros hombres que se niegan a ser humanos porque la guerra no está hecha para cobardes; con Colombia el país que ríe para afuera, mientras llora para adentro.

Pdta: “el ruido es enemigo del recuerdo” y de la memoria. ¡Qué el sofoco te ahogue!

Es un placer descubrir una mirada fresca a las temáticas cotidianas y al conflicto con algunas notas que evocan esas voces ya conocidas, pero con un estilo propio de gran fortaleza y contundencia en el lenguaje, reuniendo en su narrativa la cercanía de lo coloquial y natural, con la contundencia y lirica de lo literario.

En las ciento veinte páginas que conforman esté libro la autora nos regala nueve cuentos en los que aborda la violencia enmarcada en el conflicto armado de nuestro país, el desplazamiento, la muerte enfrentada al deseo, los placeres de la carne, la búsqueda de identidad y también la perdida de la misma, la lucha por tener un lugar en el mundo y cada pequeño circulo al que se le llame familia.

Cada cuento no solo es testimonio de la habilidad narrativa y del manejo del lenguaje de la autora, son en sí mismos testimonios fieles de realidades de las que será siempre necesario escribir para que nunca sean ignoradas y para hacer un llamado para que aquellas que retratan la violencia ojalá no sean repetidas.

Escritos con una amplia sensibilidad por el dolor y la alegría, por el deseo y el desasosiego, habla cada uno de ellos abiertamente de lo cotidiano de los quehaceres del cuerpo humano, desde los placeres carnales, las reflexiones más profundas, la soledad, la aceptación de la muerte y el anhelo por trascender.

Los nueve cuentos de la obra son de gran calidad, pero Esperar el alud, es mi favorito por la contundencia con la que narra el abuso del hombre con el propio hombre y con la naturaleza, que, en su afán de dominarla, todos sus esfuerzos se convierten en violencia ciega contra su entorno.

Un libro muy recomendado para disfrutar de una nueva pluma con gran calidad y estilo propio, que en mi caso me evoca recuerdos a la contundencia y economía del lenguaje de Elisa Mújica y a la visceralidad y cercanía de la narrativa de Pilar Quintana.

A lo largo de los nueve cuentos que componen el libro, Ortiz Gómez nos pone frente a frente con duras realidades sociales y políticas de Colombia que tienen repercusiones en las estructuras familiares y psíquicas de los protagonistas. Algunos de los temas recurrentes son la orfandad, la búsqueda de la identidad y la dignidad, el desarraigo, la violencia (estatal, paramilitar, intrafamiliar, judicial) y sus consecuencias a largo plazo.

Los cuentos van variando en su tono: algunos son monólogos en primera persona, en algunos casos desde una mirada infantil que nos obliga a inferir lo que no comprende; también aparece un relato en segunda persona, recurso que personalmente me fascina, con un tono mítico y elegíaco que me conmovió. En algunos relatos hay guiños a grandes cuentistas como Gógol y, creí detectar, Cheever. Cada relato abre un mundo que no nos deja indiferentes. Hasta la última oración del último cuento me estremeció de pies a cabeza.

Va mi top 4, una elección difícil entre tantos buenos relatos.

🐅 TIGRE AMERICANO, PANTHERA OCA: Un poblado azotado por la violencia decide buscar una vía original y arriesgada de escape.

💦 ESPERAR EL ALUD: La venganza de la Pachamama en forma de río

🎁 LA CAJITA DE AVON: Una reescritura de Gógol en clave telenovela y una lección de que hay que leer los cuentos completos y no en partes 😂

🐄 PARTO DE VACA: “A mí me crió el silencio”, comienza el narrador, cuyo abuelo no puede superar la prematura desaparición de su hija en circunstancias sospechosas. Un final tremendo para una antología memorable!

Es el primer libro de relatos al que le doy 5 estrellas. Aunque hubo relatos que me gustaron más que otros. Todos me gustaron.

Son nueve relatos que empiezan desde un cementerio de desaparecidos y desde ahí vamos atravesando por las diferentes secuelas y efectos colaterales de la guerra y el resto de pesares de Colombia. Los personajes que viven en zonas rurales y olvidadas del país, muestran sus vivencias dolorosas, reales, crueles, bellas.

De este libro me enamoró la prosa, el estilo de narración es una delicia, es encantador, melódico y poético. Está lleno de unas imagines mentes muy bien creadas, las palabras usadas de una forma precisa transmiten muchas sensaciones. Yo realmente quiero y espero leer más de Laura Ortíz.

Tenemos personajes que viven, sueñan, aman y lloran. Visitamos tierras que la memoria deja de lado, volvemos a recordar sucesos que azotan a nuestra tierra, nos chocamos con los sentimientos que va dejando la violencia. Y por la forma en que está escrito, aunque el tema del relato pueda ser muy crudo, termina siendo algo MUY hermoso.

Sofoco es un libro de relatos ganador del Premio Nacional de Narrativa Elisa Mujica 2020 y desde que lo vi tenía ganas de leerlo, no soy tan buena lectora de relatos, pero he aprendido la manera en que me funciona leerlos y disfrutarlos, por eso cada cierto tiempo me gusta incorporarlos en mis lecturas.

Este libro está compuesto por nueve relatos que en su mayoría se desarrollan en zonas rurales, se respira campo y selva en las historias contadas por Ortíz; es muy extraño que me pase esto, pero me gustaron todos, aunque tengo favoritos, pero en realidad la forma en que comienzan, el ritmo, las tramas hicieron que fuera una experiencia de lectura muy agradable, es un libro que no quise soltar a pesar que justo en mi manera de leer cuentos está leer uno al día e intercalarlo con una o dos novelas, así los saboreo y llego con más ganas a la siguiente historia, pero con este me costó contenerme porque cada uno me dejaba con ganas de más.

Los personajes que narra son fabulosos y las historias tienen una mezcla de inverosímil y realismo que hace que sea una delicia de lectura, sin embargo, también tienen su toque de crudeza justamente por la ambientación que tiene, muchas están contextualizadas en zonas de conflicto armado en donde los personajes respiran violencia y peligro, aunque las historias que se narran no son enmarcadas en el conflicto.

Mis tres cuentos favoritos son “Aíta la muerte”: sobre un cementerio de NN, de los cuerpos que deja el río y que son adoptados por una mujer, hasta que llega alguien a interrumpir la paz de los difuntos y de ella, fue el abrebocas perfecto para quedar antojada con la pluma de la autora.

“Mingus el ardiente” me gustó por lo vibrante de los dos personajes, por el ambiente musical que tiene, porque, aunque empieza en Colombia termina en Argentina y eso me pareció refrescante, lo leí dos veces de lo mucho que me gustó.

Por último, la “Cajita de Avon” una tragicomedia sobre una mujer con una vida monótona a la que llega una historia rusa vista por televisión y una serie de acontecimientos llevados por el anhelo de cambiar de vida, está me sacó me sacó más de una sonrisa.

Altamente recomendado si te gustan los relatos de escritor@s latinoamerican@s.
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