Hay costumbre de celebrar otra fiesta menos ilustre, la batalla He Gassen, la competición de pedos. Allí, el vulgo dispara ráfagas nocivas de gas contra todo aquel que se le ponga por delante.
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Hay costumbre de celebrar otra fiesta menos ilustre, la batalla He Gassen, la competición de pedos. Allí, el vulgo dispara ráfagas nocivas de gas contra todo aquel que se le ponga por delante.
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El destino es el lugar al que nos dirigimos. Para unos, ese camino ya está marcado, pero para otros el sendero se construye a cada paso.
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Puede adivinar el futuro, pero no puede cambiar el pasado.
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«El pájaro de la tristeza puede revolotear por tu cabeza, pero no dejes que se pose en tu corazón». Pero es un pájaro difícil de espantar.
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Todos tenemos dos lobos viviendo en nuestro corazón: uno es malvado, está lleno de ira; el otro es bueno, está lleno de amor. Desde que nacemos, están en continua lucha, y sólo gana aquel al que tú alimentes.
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La serenidad no es permanecer tranquilo cuando todo a nuestro alrededor está tranquilo, como en mi dibujo. La serenidad es estar sosegado aun cuando lo que nos rodea sea un caos.
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La mayoría de las veces la debilidad no está en el otro, sino en nosotros mismos.
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A veces, las preocupaciones pasan ocupándose.
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El amor no tiene tiempo ni edad –sentencia la mujer, mirando la libélula dorada que revolotea sobre su cabeza–. El deseo sí, pero el amor, no. Con todo, es mejor el deseo que el amor, porque el amor esclaviza para siempre, mientras que el deseo nos deja libre.
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Es mejor estar cerca del sol para sentir su calor, pero tampoco demasiado cerca, no vaya a quemarnos.
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¿Cómo se llama el barco ballenero en el que se narra la travesía?