Dame todos los daños colaterales de la felicidad pero dame felicidad.
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Dame todos los daños colaterales de la felicidad pero dame felicidad.
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A veces, después de un «te quiero«, va un «pues yo no». Y no hay forma de decirlo sin arrugar para siempre el corazón de alguien.
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No hay dolor que cambie el rumbo del universo. Y no sé si eso es tranquilizador o escalofriante.
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Hay días en que uno siente que no es justo que salga el sol. Hay día que piden lluvia a gritos.
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Pero prueba a medir el sufrimiento. ¿En qué unidad de medida? ¿En número de punzadas? ¿En litros de lágrimas? ¿En metros de clínex usados? (…) No hay lugar más alejado del Museo de Pesas y Medidas de París que el interior de un dolor.
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Una oda de Friedrich Schiller se escucha al final de su última sinfonía cantada por un coro.