Historias de Dunnet Landing

Hay lugares que resisten al paso del tiempo, a la culpa, al miedo. al olvido. Hay lugares que pisamos y se nos cuelan dentro. Pasan a través de la huella que dejamos. Recorren casa uno de los rincones de quienes somos. de quienes fuimos. Hay lugares que dicen mucho de nosotros. Que se mantienen inalterables a pesar de los años. En los que el sol nos ciega, intentamos resguardarnos de él y volvemos a tener trece años. Nos giramos y aquellos que nos parecieron corrientes o irrelevantes se elevan sobre sus sombras para mostrarnos que el paraíso se esconde en los mismos caminos que recorre el demonio o en los que se lamenta el hombre que vio cómo giraba su rueda de fortuna.  Hay lugares a los que necesitamos regresar. Una y otra vez.

Historias de Dunnet Landing (Dos Bigotes, 2021), de Sarah Orne Jewett, se sitúa de nuevo en Dunnet Landing, el pueblo de la costa de Maine en el que tiene lugar su novela La tierra de los abetos puntiagudos (Dos Bigotes, 2015). La obra se compone de cuatro relatos breves: «La melliza de la reina», «Una pastora de Dunnet», «La extranjera» y «La boda de William». En «La melliza de la reina» conoceremos a una mujer nacida el mismo día y la misma hora que la Reina Victoria, con la que tiene otros elementos en común, que la hacen sentirse tremendamente próxima a ella, despertando la ternura de su vecina. El amor maduro, y paciente, entre una pastora y un pescador se refleja en «La pastora de Dunnet», de quienes sabremos aún más en el último de los relatos. «La extranjera» se una historia de fantasmas, pero, también, muestra la crudeza de haber perdido todo lo que uno amaba, embarcarse a una tierra extraña en la que nunca dejen de verlo como un extranjero y, una vez más, la pérdida llame a su puerta. Finalmente en «La boda de William» asistiremos al enlace de la pareja madura que, por fin, ve premiados su amor y su constancia con una promesa de felicidad.

Conoceremos todos estos asuntos a través de la mirada de la narradora, una escritora que busca el retiro del bullicio urbano y, para ello, se desplaza a Dunnet Landing, buscando inspiración y tranquilidad. Además, encuentra a una serie de personajes entrañables como la señora Todd -que ofrece remedios naturales- Abby, la pastora Esther, la anciana señora Hight o la desdichada señora Tolland. Con un paisaje compartido entre casas blancas y abetos, que resguarda el lugar del paso del tiempo y nos lo ofrece, como un paréntesis en nuestras vidas, en las que no cabe un suspiro. Y nos sabe a la sombra de los árboles del pueblo aquellos agostos ya perdidos. Aquellos agostos nunca olvidados. Esos a los que hoy, de nuevo, viajamos otra vez.
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