Guerrera Akata

En esta segunda parte, Sunny ya está integrada en la sociedad leopardo y dedica sus días a absorber todo el conocimiento posible de su maestra, Lechezúcar, mientras intenta conciliar su nueva vida con la vieja, una en la que ha de ir al colegio y fingir en su casa que todo marcha con normalidad. Ni hablar de poderes, por supuesto... Sin embargo, la rutina de Sunny se trastoca un buen día y deberá embarcarse junto a sus amigos en una trepidante aventura lejos de su hogar.

El propio Neil Gaiman ha dicho de la autora: «hay más imaginación en una página de Nnedi Okorafor que en otros libros enteros de fantasía épica» y no puedo estar más de acuerdo. La mezcla entre mitología africana y elementos fantásticos de cosecha propia funciona a la perfección. Es una lectura inmersiva, ágil y divertida y la creación de mundo es realmente atractiva.

En cuanto a la trama y personajes de esta segunda entrega, la autora profundiza mucho en la relación entre Sunny y sus hermanos. Se nota el crecimiento y la madurez de los personajes. Mientras que en el primer libro se encontraba la típica relación de hermanos en la que se hacen de rabiar y se pelean continuamente, en este libro sí se demuestran el verdadero afecto que les une. Quienes tenéis hermanos lo sabéis: yo puedo meterme con mi hermano todo lo que quiera, pero como se te ocurra tocarle un solo pelo de su hueca cabeza...

En este sentido, también se nota este desarrollo en los dilemas de los personajes. Ya no son tan niños, sino que han dado el paso a la adolescencia, dejando un poco más de lado problemas como tener con quién jugar en el patio del colegio, por situaciones como la inseguridad durante la primera relación romántica. No es ni mejor ni peor, solo diferente; y es bonito ver crecer a los muchachos.

Si os digo la verdad, ya he empezado el tercer y último libro y tengo la sensación de que Sunny, Chichi, Sasha y Orlu van a quedarse conmigo mucho tiempo.