La fórmula preferida del profesor

Yogo Ogawa reúne en esta novela una historia conmovedora con un personaje entrañable y un homenaje particular a las matemáticas. El profesor es un anciano que, después de un accidente de tráfico, sólo mantiene su memoria a corto plazo durante 80 minutos. La protagonista empezará como asistenta en su casa y, tanto ella como su hijo, se encariñarán con el profesor, coloreando de bonitos momentos su vida de olvido y soledad.
Me ha gustado mucho cómo ha enfocado en general todos los temas, sobre todo cómo ha entrelazado la vida de los personajes con las matemáticas. Personalmente lo que más me ha ganado ha sido la descripción de esta ciencia como una capa invisible que sostiene el mundo y que está escrita por los dioses. A mí siempre me han encantado y he sentido mucha conexión con el profesor a la hora de relacionar los hechos y enunciados y fascinarle los retos y descubrimientos. Materia aparte, la relación entre los personajes es preciosa y emotiva: es el fuerte del libro.

Es una novela corta para pasar un par de tardes y emocionarse con los momentos y personas que nos regala la vida. Una novela que enseña y que enternece por el cuidado y la dedicación a las personas que uno quiere.