Los capitalistas, dijo Awkins con la garganta apretada por la ira, los capitalistas pagan a los sacerdotes para que nos hablen del otro mundo y para que no nos demos cuenta de lo que están haciendo en este.
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Los capitalistas, dijo Awkins con la garganta apretada por la ira, los capitalistas pagan a los sacerdotes para que nos hablen del otro mundo y para que no nos demos cuenta de lo que están haciendo en este.
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... pero para mí era como si el trozo de ciénaga donde estaban los ingleses quedara a un millón de kilómetros de distancia, y también Noble y la anciana murmurando a mi espalda, y los pájaros y las malditas estrellas, y yo era de algún modo muy pequeño y estaba solo y perdido como un niño extraviado en la nieve. Y después de aquello, ya nada volvió a ser lo que era.
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Siempre me despertaba con la primera luz del alba, y, con todas las responsabilidades del día anterior desvanecidas, me sentía como el sol, listo para brillar y llenarme de alegría. La vida nunca parecía tan simple y clara y llena de posibilidades como entonces.
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El invierno en...