El secreto del Puzle

El caso y la cuestión
Oona es una muchacha con un currículum excepcional que, además de asistir a la universidad, colabora con la policía en el departamento de Casos No Clasificados. Junto a ella, formando equipo, encontramos a Javi, estudiante también, y encargado de la parte forense.
Su siguiente caso es el del asesinato de Francisco Muñiz, director de una gran empresa de informática, que aparece desangrado en su despacho; la causa, ni idea, testigos, solo su hija Lucía que padece autismo. Debido a las particularidades del caso el comisario Castro les asigna un nuevo compañero, Fabio, recién licenciado en psicología. A partir de este momento, este trío se encargará de analizar minuciosamente todas las cuestiones del asesinato y tendrá que acomodarse para formar un buen equipo. Lástima que Javi no se fíe de Fabio, complicado que Oona se encuentre en medio de sus dos compañeros.
Como decíamos más arriba, ponerle una etiqueta a esta novela sería hacer un flaco favor. Como thriller se queda quizá un poco corta y, como novela de detectives, tenemos cierto punto psicológico que nos invita a no verla como simple novela de investigación. Lo que sí que es claro es que con ella disfrutaremos de la intriga de descubrir al asesino, y nos enganchará desde luego, la relación entre estos tres compañeros.
Pero más allá del género, la novela tiene una serie de características muy interesantes por lo novedosas, por el aire de refresco que ofrecen a este tipo de narraciones. La novela me ha encantado y me ha parecido muy interesante porque tiene dos puntos diferentes: la conquista del novato y la conciliación vida-investigación.
Cuando me refiero a la conquista del novato quiero decir que normalmente encontramos al dueto inspector consagrado-novato al que modelar, el novato queda como mero ayudante y tiene que ganarse con ingenio, rigurosidad y diligencia su puesto. Sin embargo, en esta novela no tenemos policías consagrados, claro que hay autoridades, pero los que llevan el caso, interrogan e investigan son, al fin de cuentas, estudiantes. Esto queda claro con las continuas desconfianzas que muestran la familia del asesino, los sospechosos, etc. Pero es muy divertido, Nuria García Fort ha hecho una novela para el segundón, le ha dado protagonismo y le ha quedado muy bien. Además, tenemos la cuestión del Fabio, que siendo licenciado ya tiene que ganarse su posición frente a Javi y Oona, provocando una inversión de los papeles bastante curiosa.
Por otro lado, cuando he mencionado la conciliación, me refería a lo típico de estas novelas. El inspector/detective/periodista es siempre un hombre (ahora poco a poco una mujer), en edad madura, cuya vida personal es un desastre por su extrema dedicación a su trabajo. Normalmente alcohólico, soltero-dandy o padre de familia divorciado, la investigación va sobre el caso y sobre él, que suele tener algún tipo de relación con el asesino. Pero en este caso no, en este caso encontramos a unos detectives que van a clase, salen los sábados de fiesta y tienen vida más allá del caso a resolver. La narración es interesante porque en vez de ver al investigador construido, lo encontramos en construcción.
Si hubiera que poner un pero a la novela, sería la cuestión del testigo clave. Como leemos en la sinopsis, la única testigo de la novela es Lucía, la hija del asesinado, que padece autismo. En un principio y teniendo en cuenta la sinopsis, parecía que iba a ser más determinante el llegar a esa niña, además, si añadimos la incorporación de Fabio al equipo la intriga era todavía era más interesante para investigar en ese sentido. Y creo que a ese respecto se queda un poco cojo.
El triángulo de presentación
Ahora, incidiendo más en los personajes, podemos decir que la novela puede provocar lo normal: un team Javi y un team Fabio. ¿Habrá que elegir? No en realidad, pero sí que es verdad que Nuria ha conseguido que ambos personajes estén bien diferenciados entre ellos y que, curiosamente, no terminen de adscribirse a un prototipo de inspector.
Pero, primero Oona. No es la protagonista de la novela, ya que lo son los tres, aunque lo que encontramos mayormente es su punto de vista. Una muchacha inteligente, un pelín insegura en cuanto a su trabajo porque busca la excelencia, es la voz de la razón y el sentido común en el trío de investigadores. Ella se encarga del laboratorio y análisis de pruebas, así como de la parte informática. Me ha gustado mucho porque siendo realista, es decir con sus inseguridades y sus pasiones, es independiente, decidida y autónoma. No es una superchica idealizada.
Después tendremos a Javi, un muchacho vividor y laxo que ve su territorio peligrar con la aparición de Fabio. Inteligente como él solo, le encanta ilustrar a los demás, pero es consciente de sus defectos e intenta aplacarlos en la medida de lo posible. Y, finalmente, Fabio. Particularmente me perturba este personaje, parecía que podía ser un punto de vista más maduro para Oona y Javi, pero pronto se le ve como heraldo de la entropía, con ganas de tocar las narices a los demás, a pesar de que hace su trabajo impecablemente. No sé, no me fío de él y estaré muy atenta al próximo libro, a ver cómo evoluciona.
Una pieza medio encajada, pero que completa el puzle
A pesar del pero que hemos citado, creo que con todas las particularidades que hemos mencionado, la renovación del protagonista y de cómo se enfoca a los personajes, junto con la fluidez y el estilo sencillo pero preciso con el que escribe nuestra autora de hoy hacen que te quedes enganchada a las páginas deseando saber más de estos personajes. ¿Recomendado? La novela ha encantado enganchado y estoy deseando ponerme con la siguiente. Pues creo que está bastante claro ¿no?, lo disfrutaréis un montón.

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