Nos gusta pensar que somos o insustituibles, eternos, que el ser humano lleva demasiado tiempo aquí como para que algún día no muy lejano camine hacia la nada. Cerramos los ojos ante la destrucción del planeta, no nos gusta oír que no hay esperanza. ¿Podemos evitar oírlo? Supongo que, en cierta manera, sí. Pero cuando un médico te dice que no la hay, que para ti el tiempo se acaba, no te queda más remedio que creerlo, empezar a poner tus cosas en orden y, si es posible, planificar tu final. Remembranza, acompañamiento, despedida. No sé si serán verdades universales, pero ahí están. |