Así habló Zaratustra

Tuve miedo de Nietzsche. de las voces que anuncian su oscuridad. Heráclito el oscuro, Nietzsche el oscuro. Dicen que no cualquiera es su lector. Dicen que hay que leerlo con sangre. Todos los sentidos activos. La racionalidad simbólica despierta.
¿Acaso estaré ya preparado? ¿Cuándo realmente se está? Se interpreta desde lo que se tiene ¿Qué he tenido? Un recorrido corto pero amplio. Se trata de tomar el riesgo. Me arriesgué a Nietzsche. A su Zaratustra, su relato, su evangelio, su revelación.
Zaratustra y su ocaso. Toda interacción es un ocaso. Yo y mi ocaso con Zaratustra. El lenguaje aforístico: el fragmento que esconde más de lo que enuncia. Nietzsche sabe reventar las palabras. Las dejas vacías de significado. Les concede otros. Zaratustra es un remodelador del lenguaje. Ofrece un nuevo modelo. Insta a que desde ese lenguaje se vuelvan a significar los valores. Las viejas tablas deben descansar. Dios, si aún no ha muerto, debe jubilarse.
El aforismo de Nietzsche tiene a la poesía como bailarina principal. El aforismo de Nietzsche juega como un niño y su santo sí. El aforismo de Nietzsche se las ingenia para punzar y punza, pero el Aforismo de Nietzsche es todavía un león.
Este es un libro león. Es decir, no ha sabido olvidar. Zaratustra aún depreda y depredar es ahogarse en nombramientos y rabietas por lo viejo. Este libro no es un nuevo comenzar, es más bien un nuevo condenar, una ingeniosa censura que ofrece rasgos de inocencia, pero que no termina de alcanzarla.
Hay mucho del sufriente Nietzsche en Zaratustra. No lo dejó ser. Lo dejó hablar poco. ¿Cómo puede identificarse esto? Por lo que respecta a la mujer. El Nietzsche dolido expulsa a la mujer de su superhombre. La sigue subordinando. Su transvaloración no fue completa. Hay mucha rabia en Zaratustra. le da espacio a redundancias. Dice lo mismo con distintas metáforas. Como ya lo dije: su enfoque es lo viejo. La estructura en cada discurso es la misma: describe mucho lo que ha de ser dejado atrás y luego propone poco lo que ha de crearse.
Llegué a saturarme con Nietzsche. Su aforismo deslumbra para luego cansar. Insistir también agota. No hay que negar su genio creativo, su poderosa mirada disruptiva. Zaratustra cimenta el camino, pero Zaratustra es algo que debe ser superado. Amar a Zaratustra significa quebrantarlo. Ruego que vengan pronto los escritores que bien han sabido ser discípulos de Nietzsche. Esto es: el escritor niño. El que, olvidado de lo viejo, ya solo juega.