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Esta novela gira en torno a tres historias paralelas en torno a diferentes perspectivas y vivencias de la maternidad. Alina, Doris y Laura (la narradora) son mujeres de la misma generación que enfrentan su realidad desde muy diferentes ángulos. La aceptación del rol social no basta, sino que se debe asumir la especificidad de la circunstancia individual y obrar ante las situaciones a partir de lo que se tiene. La novela es, hasta cierto punto, una oda a la aceptación propia y a la importancia de tener una red de apoyo que nos ayude a comprendernos a nosotros mismos y a lidiar con nuestras realidades. No es una novela optimista dedicada a eliminar los problemas de una manera soñadora e ideal, sino que muestra que las dificultades de la vida seguirán, pero que hay otras posibles maneras de articular nuestro modo de actuar. El destino existe, pero el libre albedrío que nos mueve a decidir qué hacer con lo que la vida nos presenta también existe, siguiendo a Nettel. Por supuesto, hay que destacar que el feminismo juega un rol importante en la novela, al dejar ver implicaciones de la aceptación de roles y de la violencia, y optar por concebir a las mujeres como un colectivo de hermandad y no como individualidades en lucha. También, Nettel resalta en múltiples ocasiones la importancia de disfrutar las cosas cuando las tenemos porque todo pasa y nada es eterno. Una muy buena novela, muy sencilla de leer, que, aunque podría parecer muy simple, tiene muchísimas implicaciones y deja experimentar a profundidad, aunque sea en tercera persona, cómo la maternidad impacta la vida de las mujeres.
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