No me canso de leer a Natalia Velasco. Sus poemas son frescos, directos, sin filtros. A veces duelen, otras pican. Algunos te dan la opción de múltiples interpretaciones. Sus libros son así, te producen vértigo a la vez que son una zona segura. En este poemario, El cielo de la boca, acompañamos a la autora en algunos de sus viajes. A veces son cortos, otros algo más largos. En ellos habla con la gente, la observa, pasea por las calles, pone nombre a los perros callejeros. Se integra perfectamente en el ambiente, y lo describe de forma muy vívida pero poética. También recorremos diferentes casas a lo largo de la lectura. Ubicaciones en Google Maps, pisos sin ascensor, habitaciones que se sienten deshabitadas por mucho que estés dentro de ellas, entre otros detalles, nos hacen sentir cada poema de una forma mucho más real. Cada uno resulta evocador, y te transmite tanto que te transporta allá donde la autora se encuentra. Lo que más me ha gustado de este poemario es que el lenguaje es el verdadero protagonista. Natalia, como buena amante de los idiomas y la literatura, mezcla sus conocimientos y experiencia sobre ambos temas en muchos de sus poemas. Semántica, palabras que explotan, conjugaciones… La autora explora el lenguaje y transmite a la perfección lo que siente por la lengua. + Leer más |