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"...Del mismo como que ciertos rostros, ciertas casas desconocidas, despiertan en la memoria un eco a un tiempo melancólico y dulce, como si nos encontráramos con los testigos de una vida anterior." Este es un libro lleno de nostalgias, de deseos, de pérdidas. Es un libro de una infinita tristeza y, al mismo tiempo, de una belleza literaria única. La narración, el estilo, nos permite no sólo comprender la vida de los personajes, su contexto, en una Europa del Este ya extinta, en un París con tantos significados, sino identificarnos con ellos. ¿Quién no ha sentido una nostalgia pura al recordar su ciudad de origen, los juegos de la infancia, esa admiración hacia una persona en nuestra vida sin una explicación aparente? Para mí, el personaje de Ada es el espíritu de una niñez pura, de los juegos inocentes que no conocen aún de tragedias y de un momento en donde todo es posible. Creo que como muchos, escuché por primera vez de Irène Némirovsky por la película estrenada hace algunos años, Suite Française. La película me gustó bastante e hizo que me interesara por la autora. Tenía la firme intención de comprar el libro, pero entonces leí que es un escrito inconcluso, probablemente la última obra en la que trabajaba Irène antes de ser deportada y fallecer en Auschwitz. Y la verdad es que, por alguna razón incomprensible, no me gusta leer textos que no fueron terminados por el escritor porque, el quedarme con la historia a medias me causa cierta ansiedad. Pues bien, un buen día encontré en una librería este pequeño libro, Los Perros y Los Lobos y pensé que podría ser una buena introducción a la obra de Némoirovsky. ¡Y qué descubrimiento! La novela nos narra la vida de tres personajes, desde su infancia hasta el final de su juventud: Ben, Ada y Harry, tres judíos viviendo en una pequeña ciudad perteneciente al imperio ruso pero de diferentes clases sociales. Ada y Ben son primos y viven en la parte "baja" de la ciudad, en donde habitan las familias con escasos recursos, mientras Harry pertenece a las familias pudientes de la ciudad. Sus vidas no podían ser más diferentes y sin embargo, comparten algo -además de ser familiares lejanos (comparten el apellido Sinner)- son judíos. Aquí creo que la autora explora de una manera extraordinaria el sentido de pertenencia, y de hecho, va más allá de la exploración -es una crítica dura, sí, pero inteligente. A través de los ojos de Ada, vemos las diferencias de clase y el rechazo pero que va más allá de la posición social, pues lo que los judíos 'pobres' representaban ante los pudientes era: “…una eterna advertencia, un atroz y vergonzoso recordatorio de lo que habían sido, o de lo que podrían haber sido, pues nadie se atrevía a pensar: ‘De lo que podríamos volver a ser'. Sin embargo, Ada no vive o se atormenta por los rechazos, sino al contrario -en una ciudad triste, con un padre distante, una tía autoritaria, la amenaza de los progroms y los ataques, ella va descubriendo un mundo de posibilidades, de ensueños, de deseos. No todos se cumplen, pero finalmente, esos años formativos le dan lo que será su razón de ser, su esperanza y su guía -la imagen de Harry. Muchos años después, Harry y Ada se encontrarán en París, aun y cuando ambos se casaron -Ada con su primo Ben, y él con una mujer francesa, y, sin malicia, sin pasiones de ningún tipo, comenzarán una relación. Más que un deseo físico, la relación de ambos se basa en la añoranza, en aquellas cosas que solo dos espíritus a fines logran entender. Habrá que señalar que se reencuentran porque un día Harry ve en una librería unos cuadros que le recuerdan a su ciudad natal, y que fueron pintados por Ada. No es una pasión desbordada, sino una afinidad, una paz entre ambos basada en los recuerdos, en el pasado, en su alejamiento a su condición de judíos -que no rechazan pero no viven de manera ortodoxa. Ada deseó tanto la oportunidad de estar con Harry, conocerlo, que cuando lo logra es como un sueño cumplido -llena de satisfacción, de una alegría que, sea lo que pase después, no podrá disminuirse. Ada de hecho, reconoce ante Harry, que si de pronto terminara, sería feliz por siempre. Lo único que no comprendí en la historia -o no me pareció cuadrar- fue la actitud de algunos personajes, por ejemplo Ben (quien no ama a Ada, pero es un hombre taciturno, rudo, y deja que ella lo deje por Harry), y de la esposa de Harry, así como de la tía Rhaissa, quien tenía sueños de grandeza para su hija Lilla y al final termina dejándola bailar en un cabaret. Siento que en estos personajes hay una especie de incongruencia; sin embargo, en el ambiente de la novela reina el tema de la desilusión, de la aceptación de la desesperanza sin tintes amargos, sino como un curso natural de la vida. En definitiva, uno de mis libros favoritos en lo que va del año y una excelente introducción a la autora, de quién planeo leer más. |
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