Dispara, yo ya estoy muerto

Dispara, yo ya estoy muerto ha conseguido atraparme entre sus más de novecientas páginas de eterno conflicto entre judíos y árabes por la tierra prometida para unos, expoliada para otros y manchada con la sangre de todos.
Julia Navarro ficciona con maestría de forma amena, didáctica y sin intentar influir en el lector una de las guerras más largas en el tiempo y que más víctimas se ha cobrado en ambos bandos.
Narra la historia de tres generaciones de las familias Zïad, (árabes palestinos) y los Zucker (judíos emigrantes procedentes de Europa). Estos últimos conviven a su vez con otras familias judías en La huerta de la esperanza, una comuna en la que se instalan otros ex-patriados socialistas rusos huyendo de la violencia de los zares, antes de la 1ªGM.

Utilizando dos lineas temporales, una narración envolvente nos hace partícipes de como las Guerras Mundiales influyeron en la vida de los habitantes de Palestina, su participación en las mismas y el papel de las potencias en la creación del posterior estado de Israel.

Una historia política que ayuda a entender las profundas raíces de una lucha eterna. Un relato de vida, amistad, enemistad y sufrimiento, amores imposibles y liderazgo de los hombres pero donde las mujeres son imprescindibles. Un libro lleno del dolor de los judíos errantes y de los arrinconados árabes de Palestina, que confiaron en que la razón estaba de su parte y lo han perdido todo. Un homenaje a los que creyeron que judíos y árabes podían compartir la misma tierra. Una ilusión que quedó arrasada mucho tiempo atrás por el fuego de las balas y silenciada por el grito de las víctimas.
Pese a su extensión, (quizás hubiese resultado igual de impactante con cien páginas menos) es un libro ameno y como es normal duro
en algunos momentos. Una historia conmovedora con una pequeñísima grieta para la esperanza. Lo recomiendo mucho.