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Solo fueron necesarios los primeros párrafos cargados de evocaciones, melancolía, descripciones del entorno que recuerdan obras pictóricas y una muy clara banda sonora presente en toda la obra, para quedar atrapado en esta maravillosa historia, con la que logras vivir sus eventos al estar descritos con un lenguaje tan cercano y muchas reflexiones que el tiempo nos va otorgando. No solo es como su propia reseña lo indica una novela sobre el dolor del paso a la adultez; aunque la edad de sus protagonistas así lo proponga, es a su vez un canto a la ruptura, al alma introspectiva que se deshace y se reconstruye dentro de sus propios interrogantes, al dolor del cierre de cada ciclo ya sea corporal o mental, a la frustración que se encuentra en los actos de goce que ya no producen placer, al querer y no poder, al ganar unas cuantas batallas, pero perder la guerra. Para los amantes de la cultura oriental y sus espacios, es de especial agrado las descripciones de la ciudad, los poblados y las estaciones, aunque por las influencias y gustos del autor, los eventos y sentires se vean occidentalizados, pero es esta una amalgama muy bien lograda y de un disfrute enorme para el lector. |