Tokio blues

Hay tanta fragilidad en este libro que tengo miedo de que se me rompa en las manos. He avanzado por su historia con cuidado, tratando de evitar que las páginas crujiesen como lo hacen las almas de sus personajes; quizá también, no lo niego, para que la tristeza concentrada en sus páginas no me rozara tan de lleno: tarea difícil, porque ha sido un dardo que se ha clavado en el centro de una diana, que soy yo.
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La nostalgia convertida en bruma lo nubla todo desde su inicio, cuando Watanabe aterriza en el aeropuerto de Hamburgo y en el avión comienza a sonar una versión de 'Norwegian Wood' de Los Beatles, hasta el final. Las notas de las canciones son máquinas del tiempo que nos teletransportan a años anteriores, a otros momentos, a la compañía de alguien especial, y a él lo llevan 18 años atrás, a un paseo junto a Naoko. Ella y Watanabe se habían reencontrado tras el suicidio de Kizuki, novio de Naoko y mejor amigo de él, iniciando una relación especial. Aparece también en su vida otra chica, Midori, compañera de universidad.
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Mientras que Midori es una chica atrevida, desinhibida, una especie de torrente que quiere arrasar con lo que hay a su alrededor, Naoko tiene un manantial que no deja de fluir y que amenaza con ahogarla por dentro. Y así vivirá Watanabe unos años de cambios en el Japón de finales de los 60, entre ellas dos, con sus momentos de soledad, acompañado por libros, canciones y melancolía, en esta existencia tan delicada en la que estamos, porque en un parpadeo fugaz podemos perder lo más preciado.
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Sí, el dardo dio de pleno y he estado removido y triste por esta novela que me ha gustado mucho, más consciente que nunca de lo lábil que es todo: la vulnerabilidad de lo sólido que se desmorona con una sacudida; o la del libro cuyas hojas se vuelven quebradizas y se deshacen lanzando al aire polvo de palabras y sentimientos... O la del corazón y la mente, que pueden entrar en una cadena de batallas sin vencedor claro.
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Los personajes y nosotros caminamos, sin pretenderlo, por un tablón estrecho de madera, procurando que nada lo haga arder.