Crónica del pájaro que da cuerda al mundo

Empezaré esta reseña diciendo que, aún teniendo 900 páginas, este libro se bebe como el agua y su tiempo de lectura se pasa volando. Quizá sea porque soy muy fan del autor, pero la manera de narrar de Haruki Murakami hace que te de igual que sea un libro de 300 o de 900 páginas, porque te engancha igual y te hace perder el sentido del tiempo. No obstante, antes de comenzar esta novela, tuve mis reticencias por su longitud, pero realmente merece la pena intentarlo.

Como siempre, Murakami juega con la fantasía y la realidad, creando una línea tan delgada entre ellas que nunca sabes en qué lado te encuentras. Es capaz de desdibujar esa línea para crear esa ambigüedad de la que es tan famoso, ya que pocos autores son capaces de hacerlo. En este caso, esa fantasía está dentro del mundo onírico, por lo que resulta más fascinante si cabe, ya que, ¿quién no ha tenido un sueño vívido en algún momento y ha dudado de su realidad?

Además, el autor da vueltas a la política en esta novela, mostrándonos esa cruda realidad de cualquier país democrático en el que los poderosos solo miran por sí mismos y no por la ciudadanía. También tiene tiempo para hablarnos de historia: la Segunda Guerra Mundial en Japón, la pérdida de la colonia en Corea y el castigo de muchos militares japoneses en campos de concentración en Siberia por la Unión Soviética.

Es un libro que hay que leer con sumo cuidado, ya que cualquier detalle puede llegar a ser importante: desde cómo doblaba la cola el gato del protagonista hasta cómo suena una voz al teléfono. Minucias que luego juegan un gran papel y por ello conviene no olvidar para poder seguir la lectura y entender todo, o por lo menos intentarlo. Porque llega un momento en el libro en el que la imaginación del lector es necesaria para atar cabos sueltos.

Una novela imprescindible para los seguidores de Murakami, donde el autor juega con nuestra mente como un gato lo hace con un ratón.