“En la vida tienes unos cuantos sitios, o quizá uno solo, donde ocurrió algo; y después están todos los demás sitios.” Caí postrado ante esta señora con el primer libro que cayó en mis manos y mi admiración por ella no ha dejado de crecer con cada uno de sus libros, aunque en este volumen no haya conectado con algunos de sus relatos o me hayan parecido menos sugerentes. Y aun así, la intensidad de la literatura de Munro, su sencillez y concisión ricamente complicada y completa, su obsesión por los detalles y los gestos, sigue siendo brillante en estos relatos llenos de silencios con los que la autora es capaz de transmitir un sinfín de sensaciones, imágenes e ideas que requerirán del lector un alto grado de complicidad y colaboración. Una colaboración que será necesaria también con todas esas enigmáticas frases, sugerentes de caminos diversos y de giros inesperados, que nos desarman e impelen a reconstrucciones de lo leído. En cada uno de los relatos somos invitados a subirnos, como en un tren en marcha, a la vida de unas mujeres (solo el último de ellos tiene como personaje central a un hombre) en un momento concreto de su existencia para ir contándonos pasito a pasito, mezclado con detalles cotidianos de su vida actual, todos los porqués que se encuentran dispersos en su pasado y que nos permitirán interpretar su momento actual. Mujeres rodeadas de unos fantásticos personajes secundarios que nos sugieren otras historias posibles que son esbozadas en apenas dos pinceladas y que sirven como contrapunto a la imagen que nos vamos formando de la protagonista. Mujeres valientes, nada acomodaticias, que se pierden entre su deseo de libertad y las ataduras que conlleva la vida familiar y cuyas decisiones, sean estas las que sean, no están nunca exentas de un cierto sentimiento de culpabilidad. Mi voluntad de leerme todo Alice Munro se mantiene inquebrantable. |